Última semana del año, al que ponemos fin y a la vez recibimos el 2015 con la opereta El Murciélago de Johann Strauss, cuya obertura es habitual escucharse en el Concierto de Año Nuevo de la Orquesta Filarmónica de Viena. Obra desenfadada en el más puro estilo de comedia de enredo, nos ofrece los tópicos de la sociedad burguesa de mediados del siglo XIX.
Fiesta en la Corte de Francisco José |
FICHA TÉCNICA
Obra: Die Fledermaus ("El murciélago").
Autor: Johann Strauss (Saint Ulrich, Imperio Austrohúngaro, 1825 - Viena, 1899).
Año de composición: 1874.
Estreno: El propio compositor en el Teatro an der Wien de Viena el 5 de abril de 1874.
Duración: 2 horas y media, aprox.
Discografía propuesta: Carlos Kleiber dirigiendo a la Orquesta y Coro de la Ópera Estatal de Baviera. Reparto: Hermann Prey (Gabriel), Julia Varady (Rosalinda), René Kollo (Alfred), Bend Weikl (Falke), 1975 (Deustche Grammophon).
Estatua de Strauss en Viena. |
Con motivo de un baile organización por la Asociación de Prenda, se encargó a Strauss y Offenbach sendos valses. El del primero llevaba por título Diario de la mañana, mientras que el del segundo Diario de la noche. La obra de Strauss fue escuchada con respeto, pero con cierta indiferencia. La de Offenbach despertó tal entusiasmo que se repitió nueve veces.
Este golpe en su género por excelencia no le hizo convencerse de probar a componer una opereta. Franz von Suppé ya las escribía en Viena, y los títulos de algunas de ellas le inspiraban cierta desconfianza a su personalidad elegante: La cura por el champán, Rico en dinero y pobre en sueño, Lo necios que son los reaccionarios o Judas en franc. La tradición dice que el compositor se animó a componer una opereta cuando su esposa, Jetty le llevó al teatro medio engañado a ver una opereta en la que se habían utilizado melodías de sus valses (parece ser que su mujer había estado cogiendo los originales y pasándoselos al director del teatro, todo ello para conseguir que nuestro compositor se animara con el género).
Y llegó El murciélago. El libreto se debe a Carl Haffner y Richard Genée, que se basaron en una comedia alemana titulada Das Gefängnis (La prisión), que a su vez se basaba en el texto para una opereta debida a Henry Meilhac y Ludovic Halévy. Vamos con la obra.
Cartel del estreno |
La obra tiene todos los tópicos de la época llevados al extremo, vigentes incluso en la actualidad, y que en la época debieron de resultar bastante desenfadados. Considerando que esta opereta se ha considerado la obra por excelencia del género de la opereta vienesa, algo parecido a La verbena de la Paloma en la zarzuela española, podemos observar cómo Strauss sigue pensando en la burguersía y no en las clases populares. Un abogado y un notario como protagonistas, ambos de vida acomodada, fiesta despreocupada en casa de un noble, escarceos amorosos... Nada más lejos de la popular Verbena con los chulapos madrileños. Pero no por ello menos divertida.
Comenzaremos con los personajes:
- Gabriel von Einsenstein, abogado, tenor o barítono.
- Rosalinda, su esposa, soprano.
- Adela, criada en casa de Gabriel y de Rosalinda, soprano.
- Ida, hermana de Adela, soprano.
- Alfredo, cantante enamorado de Rosalinda, tenor.
- Falke, notario amigo de Gabriel, barítono.
- Blind, abogado de Gabriel, tenor.
- Frank, alcaide de la prisión, barítono.
- Príncipe Orlofsky, noble ruso, contratenor.
- Iván, paje del príncipe, papel hablado.
- Frosch, carcelero, papel hablado.
La acción transcurre en Viena, en 1870. Escuchemos la Obertura, pieza muy famosa y que va desgranando todos los temas de la ópereta:
ACTO PRIMERO
Casa de Gabriel y Rosalinda, en las afueras de Viena, a media tarde.
Gabriel y Rosalinda llevan casados un año y llevan una vida desahogada en su acogedora casa.
Nada más levantarse el telón escuchamos una serenata amorosa fuera de escena. Se trata de Alfredo y la destinataria es Rosalinda. Aparece Adela, la criada de la casa. Está leyendo una carta que le ha escrito su hermana Ida, que es bailarina. Va a actuar en la fiesta que ofrece el Príncipe Orlofsky en su mansión, por lo que le sugiere en la carta que se cuele con un vestido de su ama. Adela, muy contenta, se apresura a inventar una excusa para que le den la noche libre. Busca a su ama y le cuenta que su tía está muy enferma, pero Rosalinda se niega a darle la noche libre: su marido, Gabriel, tiene que ingresar en prisión por unas injurias que ha cometido contra un Juez con el que se pasó verbalmente al llamarle "viejo perro ciego". Es una condena de cinco días, pero ella se va a quedar sola y necesita tener a alguien en casa.
Nada más levantarse el telón escuchamos una serenata amorosa fuera de escena. Se trata de Alfredo y la destinataria es Rosalinda. Aparece Adela, la criada de la casa. Está leyendo una carta que le ha escrito su hermana Ida, que es bailarina. Va a actuar en la fiesta que ofrece el Príncipe Orlofsky en su mansión, por lo que le sugiere en la carta que se cuele con un vestido de su ama. Adela, muy contenta, se apresura a inventar una excusa para que le den la noche libre. Busca a su ama y le cuenta que su tía está muy enferma, pero Rosalinda se niega a darle la noche libre: su marido, Gabriel, tiene que ingresar en prisión por unas injurias que ha cometido contra un Juez con el que se pasó verbalmente al llamarle "viejo perro ciego". Es una condena de cinco días, pero ella se va a quedar sola y necesita tener a alguien en casa.
En ese momento se vuelve a escuchar la voz de Alfredo fuera de escena. A vuelto a entonar su serenata y, con la criada presente, Rosalinda no puede por menos de ruborizarse. En ese momento Alfredo ha conseguido alcanzar el balcón y entra en el salón. Ella, inquieta, le pregunta que cómo ha llegado hasta aquí, a lo que él le contesta que "en las alas del viento vengo, como Romeo de Verona". Rosalinda, tajante, le dice que a su marido no le gusta que hombres desconocidos se deslicen por el alféizar de la ventana a lo que Alfredo le suelta que su marido la ha arrebatado de sus brazos. Se pone a entonar La traviata de Verdi, a lo que Rosalinda le corta. Alfredo sube de tono la conversación y le recuerda dónde va a ir su marido: "¡Tiempo en prisión! ¡Cinco días horribes! ¡Y cinco noches gloriosas!". Rosalinda consigue hacer marchar a Alfredo antes de que llegue su marido.
Gabriel entra en el salón. Le acompaña el señor Blind, su abogado, quien intenta excusarse de lo mal que ha ido el recurso. Lejos de quedar absuelto, Gabriel ha visto incrementada su pena de cinco a ocho días en prisión. El matrimonio se dice palabras de consuelo y expresan lo mucho que se echarán de menos de forma bastante empalagosa. Gabriel sale para preparar las cosas, pues marchará en una hora para la prisión.
Rosalinda se queda en el salón. Entra Adela, quien anuncia al señor Falke, notario de Munich y amigo de toda la vida del matrimonio. Falke hace su aparición sarcástico: "¡He oído la divertida... terrible noticia!". Entra de nuevo Gabriel, quien se sorprende de la visita de su amigo. Ambos recuerdan una jugarreta que Gabriel le hizo a Falke tiempo atrás: acudieron a una fiesta de disfraces, el primero de mariposa y el segundo de murciélago, se pasaron con el champán y Gabriel, en lugar de llevar a Falke a su casa, le dejó durmiendo frente al Juzgado. La prensa se hizo eco del suceso: un joven abogado, por aquél entonces, dormido tras una noche de juerga, tirado en la calle, dándole mala reputación. Pero ahora Falke es notario en Munich y es persona de respetar, si bien dice las cosas a las clara, pues le espera a Rosalinda: "¡Hombre inteligente vuestro marido! Y acabo de enterarme de que, al apelar, han añadido tres días a su sentencia. ¡Qué gran logro! ¡Debéis de estar muy orgullosa de él!". Ella no le entra al trapo y deja a los dos amigos solos.
Falke le cuenta a Gabriel el propósito de su visita: ha venido a Viena a la fiesta que da el Príncipe Orlofsky y le propone que le acompañe, entrando en prisión a la mañana siguiente y no esa misma noche ("Ven conmigo. Una última juerga, antes de ir a la cárcel", mientras le habla de champán, música y jovencitas). A Gabriel le parece buen plan, pero no cree conveniente que Rosalinda se entere. Para evitar cualquier comentario en la ciudad, acudirá a la fiesta con una falsa identidad, la del Marqués Renard.
Entretanto, Alfredo vuelve a dar la serenata, y parece que Rosalinda no se resiste, con lo que le dice a Adela que se tome la noche libre. Gabriel baja al salón dispuesto a, supuestamente, ingresar en prisión, si bien demasiado elegantemente vestido ("Hoy en día, muchas cenas de negocios tienen lugar en la cárcel", se excusa Gabriel). Rosalinda se empeña en acompañarle, pero le disuada Falke diciendo que ya lo hace él. Mientras salen, Falke, astutamente, le ha dejado una carta a Rosalinda.
Rosalinda abre la carta y ve que es una breve nota de Falke en los siguientes términos: "Haced lo que os digo y os enteraréis de a dónde va vuestro fiel esposo cuando se supone que debería hallarse a buen resguardo en la cárcel. Baile... Teatro Imperial... Orlofsky". Rosalinda no sabe que hacer, por lo pronto exclama que no volverá a confiar en un hombre mientras viva.
Alfredo ha visto que Gabriel ha marchado, por lo que entra en casa tan campante y le espeta a Rosalinda que tienen todo el tiempo del mundo "por el querido señor Einsenstein, quien, durante cinco noches, me permite representar la sua parte". Rosalinda le responde que vayan juntos a una fiesta y que suba arriba a ponerse algo de su marido. Alfredo está tan contento, eufórico en exceso. Entra de nuevo con una bata de Gabriel mientras dice "una noche en casa con mi esposa", a lo que Rosalinda le advierte que ella no es su esposa. Mordaz, Alfredo replica que esta noche lo es.
Ambos comienzan a beber hasta que llaman a la puerta (recordemos que Adela, la criada, se ha marchado y ambos están solos en casa). El que ha llamado es Frank, alcaide de la prisión. Tratándose de un condenado distinguido, se ofrece a escoltar de buen grado a Gabriel. Rosalinda, tardando un poco en reaccionar, le intenta explicar que su marido ha marchado ya, pero Alfredo se ha pasado bebiendo y sus comentarios descarados hacia Rosalinda hacen suponer a Frank que se trata de Gabriel. Alfredo no está precisamente sobrio, no entiende muy bien de qué va el asunto y Frank cree que hay algo raro, por lo que le pregunta a Rosalinda si el hombre con el que ésta es su marido. Ésta, que no sabe salir del aprieto, le dice que sí, con lo que los policías se llevan a Alfredo, afectado por la bebida, quien no colabora. Veamos este final desde la entrada de Frank:
ACTO SEGUNDO
Fiesta del Príncipe Orlofsky.
Para no liarnos, recordar que a esta fiesta ha acudido Adela, la criada, a quien ha colado su hermana, y también Gabriel y Falke. La fiesta está muy concurrida. Aparece el Príncipe Orlofsky, noble ruso amanerado. En seguida saluda a Falke, quien no quita ojo a todo lo que ocurre en la fiesta.
Adela acaba de llegar. Su hermana Ida es bailarina en el espectáculo y va a buscarla. Pero cuando la encuentra, Ida le dice que ella no le ha escrito ninguna carta, que debe tratarse de una broma (en realidad ha sido Falke quien ha escrito la carta), pero que dado que ha entrado y que le ha tomado prestado el vestido a su ama, que se quede y se haga pasar por una bailarina, adoptando el nombre de Olga. Es en ese momento cuando ve que su amo, Gabriel, está en la fiesta. Por un lado, le parece una sinvergonzonería, por otro, tiene que ocultar su identidad, pues supuestamente está cuidando a su tia enferma. Pero Gabriel enseguida reconoce el vestido de su mujer y le parece ver a su criada y va a pedir explicaciones. Ida ha ocultado bien la identidad de su hermana, y cuando asevera que se llama Olga y que no es criada sino bailarina, Gabriel piensa que le ha traicionado la vista.
Quien también ha ido a la fiesta es el alcaide de la prisión, Frank. Gabriel no sabe quién es, mientras que Frank sólo sabía que ingresaba un señor Einsenstein, al cual ya ha llevado al cabalozo. Conversan amigablemente, Gabriel identificándose como el Marqués Renard.
Finalmente, hace su entrada Rosalinda, llevando una máscara para ocultar su identidad. En seguida ve a Falke, quien le muestra a su marido coceteando con Adela, pues realmente cree que se trata de una bailarina llamada Olga. Rosalinda va detrás de su marido, enmascarada, y se hace pasar por una condesa húngara. Gabriel saca sus dotes de seductor y le muestra un reloj de repetición con el que ella se queda. Vamos a ver la escena en que Rosalinda, enmascarada, canta una canción húngara, supuestamente de su tierra, para seducir a Gabriel:
La noche ha avanzado. Suenan las seis en un reloj. Gabriel marcha dispuesto a ingresar en prisión a primera hora, mientras que Frank, el alcaide, que al día siguiente tiene que trabajar, también hace lo propio. Ambos salen juntos tambaleándose por la bebida.
A primera hora de la mañana, Frosch, el carcelero, hace balance de la noche. Ha tenido en calabozo a uno que no ha dejado de cantar toda la noche, Alfredo. Llega Frank, que tras la fiesta a duras penas puede andar sin tambalearse.
Quien también ha ido a la fiesta es el alcaide de la prisión, Frank. Gabriel no sabe quién es, mientras que Frank sólo sabía que ingresaba un señor Einsenstein, al cual ya ha llevado al cabalozo. Conversan amigablemente, Gabriel identificándose como el Marqués Renard.
Finalmente, hace su entrada Rosalinda, llevando una máscara para ocultar su identidad. En seguida ve a Falke, quien le muestra a su marido coceteando con Adela, pues realmente cree que se trata de una bailarina llamada Olga. Rosalinda va detrás de su marido, enmascarada, y se hace pasar por una condesa húngara. Gabriel saca sus dotes de seductor y le muestra un reloj de repetición con el que ella se queda. Vamos a ver la escena en que Rosalinda, enmascarada, canta una canción húngara, supuestamente de su tierra, para seducir a Gabriel:
La noche ha avanzado. Suenan las seis en un reloj. Gabriel marcha dispuesto a ingresar en prisión a primera hora, mientras que Frank, el alcaide, que al día siguiente tiene que trabajar, también hace lo propio. Ambos salen juntos tambaleándose por la bebida.
ACTO TERCERO
Despacho de Frank, en la cárcel.
Llega Gabriel. El alcaide reconoce en él al Marqués Renard, mientras que Gabriel se acuerde del invitado de la pasada noche. Ninguno sabe de la identidad del otro. Cuando Gabriel revela su verdadera identidad y Frank le indica que Einsenstein ingresó en prisión la noche antes, Gabriel queda desconcertado. Frank le cuenta con detalle cómo fue a su domicilio la noche anterior, se encontró con su mujer, en compañía de un hombre en bata... Gabriel no sale de su asombro.
Se abre la puerta y aparece Blind, el abogado de Gabriel. Blind le indica que ha sido requerido por éste (en realidad por el supuesto señor Einsenstein). Gabriel le cuenta la historia y le dice que él asistirá al supuesto señor Einsenstein y así podrá averiguar quien es el amante de su mujer. Entra en el despacho Alfredo, procedente de la celda. Alfredo conoce al marido de Rosalinda y no sabe muy bien cómo actuar cuando le tiene enfrente. Gabriel hace como si no supiera de qué va el asunto y comienza con preguntas rutinarias, hasta que hierve de rabia y le espeta todo a Alfredo. Entra Rosalinda y acusa a su mujer de infidelida, pero ésta le responde que le va a decir la hora en que viven, sacando el reloj que ella, disfrazada de condesa húngara,s e había quedado la noche antes, con lo que la historia de la fiesta queda también destapada.
Aparece Falke. El alcaide, con guasa, le pregunta si acude a la prisión por "algún delito deligado, limpio y respetable", propio de su condición de notario, como desfalco o fraude. También ha llegado Adela, la criada, con su hermana Ida, para curiosear.
Gabriel se disculpa por el engaño y su comportamiento en la fiesta, echándole la culpa al champán. Rosalinda también se disculpa por su comportamiento en casa con Alfredo, donde también habían bebido. Falke declara haber sido el que ha tramado todas estas coincidencias para dar una lección a su amigo por la broma del murciélago de tiempo atrás. Alaba las buenas dotes actorales de Adela y le dice que si quiere ser actriz, él le pagará la carrera. Ciertamente, durante toda la obra, Falke no le ha quitado los ojos de encima a la criada de su amigo. Todos, contantos, cantan "al rey de los vinos": el champán.
ANÉCDOTAS
STRAUSS SIMPÁTICO
Strauss viajó a Estados Unidos en 1872 para dirigir una serie de conciertos conmemorativos por el Jubileo de la Paz. El compositor supo ganarse la simpatía del público, como lo demuestra una crónica en el World que decía así: "Johann Strauss, el rey del vals, personalmente sin duda es buena persona. Habla únicamente alemá, pero sonríe en todos los idiomas".
Se abre la puerta y aparece Blind, el abogado de Gabriel. Blind le indica que ha sido requerido por éste (en realidad por el supuesto señor Einsenstein). Gabriel le cuenta la historia y le dice que él asistirá al supuesto señor Einsenstein y así podrá averiguar quien es el amante de su mujer. Entra en el despacho Alfredo, procedente de la celda. Alfredo conoce al marido de Rosalinda y no sabe muy bien cómo actuar cuando le tiene enfrente. Gabriel hace como si no supiera de qué va el asunto y comienza con preguntas rutinarias, hasta que hierve de rabia y le espeta todo a Alfredo. Entra Rosalinda y acusa a su mujer de infidelida, pero ésta le responde que le va a decir la hora en que viven, sacando el reloj que ella, disfrazada de condesa húngara,s e había quedado la noche antes, con lo que la historia de la fiesta queda también destapada.
Aparece Falke. El alcaide, con guasa, le pregunta si acude a la prisión por "algún delito deligado, limpio y respetable", propio de su condición de notario, como desfalco o fraude. También ha llegado Adela, la criada, con su hermana Ida, para curiosear.
Gabriel se disculpa por el engaño y su comportamiento en la fiesta, echándole la culpa al champán. Rosalinda también se disculpa por su comportamiento en casa con Alfredo, donde también habían bebido. Falke declara haber sido el que ha tramado todas estas coincidencias para dar una lección a su amigo por la broma del murciélago de tiempo atrás. Alaba las buenas dotes actorales de Adela y le dice que si quiere ser actriz, él le pagará la carrera. Ciertamente, durante toda la obra, Falke no le ha quitado los ojos de encima a la criada de su amigo. Todos, contantos, cantan "al rey de los vinos": el champán.
ANÉCDOTAS
STRAUSS SIMPÁTICO
Strauss viajó a Estados Unidos en 1872 para dirigir una serie de conciertos conmemorativos por el Jubileo de la Paz. El compositor supo ganarse la simpatía del público, como lo demuestra una crónica en el World que decía así: "Johann Strauss, el rey del vals, personalmente sin duda es buena persona. Habla únicamente alemá, pero sonríe en todos los idiomas".
También "el otro Strauss", Richard Strauss, de quien escuchamos Don Juan, autor posterior nacido en Munich y que nada tiene que ver con Johann, dijo que "entre todos los individuos a quienes Dios concedió el don de dispensadores de alegría, a mi juicio, Johann Strauss es el más meritorio".