viernes, 10 de marzo de 2017

Laudes Organi de Zoltán Kodály

El pasado 6 de marzo se cumplían cincuenta años del fallecimiento de uno de los músicos de lenguaje más característico de todo el siglo XX, el húngaro Zoltán Kodály. No tan vanguardista como su compatriota Bartók pero sí más sensible, nos legó una importante producción musical en la que indiscutiblemente hay que destacar las obras corales. Como homenaje, escucharemos su última obra importante: Laudes Organi, para coro y órgano, compuesta un año antes de su muerte.

FICHA TÉCNICA

Escudo de la Sociedad
Americana de Organistas.
Obra: Laudes Organi ("Alabanza del órgano").
Autor: Zóltan Kodály (Keckskemét, Imperio Austrohúngaro, 16 de diciembre de 1882 - Budapest, Hungría, 6 de marzo de 1967).
Año de composición: 1966.
Estreno: En el Congreso de la Sociedad Americana de Organistas celebrado en Atlanta en junio de 1966.
Duración: 20 minutos, aprox.
Discografía recomendada: Vasari Singers dirigidos por Jeremy Backhouse y Jeremy Filsell al órgano, 1999 (Guild).







UN HOMBRE DEL RENACIMIENTO EN EL SIGLO XX

La etiqueta hombre del Renacimiento bien pudiera aplicarse a unos cuantos nombres en la Historia de la Música del siglo XX. Me vienen a la cabeza dos: Helmuth Rilling, quien grabó toda la obra de Bach a lo largo de unos cuantos años y mucha paciencia y tesón, o el director veneciano Giuseppe Sinopoli, que fue acusado por algunos de no haber acabado el Conservatorio pero que cursó órgano, dirección de orquesta con Swarowski, composición con Stockhausen, medicina, era doctor en psiquiatría, hizo sus pinitos con la arqueología, escribía ensayos filosóficos y legó para la posteridad algunas de las mejores interpretaciones de Puccini, Mahler y Strauss. Pues unas cuantas décadas antes que ellos, por Hungría se encontraba Zoltán Kodály, nacido en 1882, un año después que su compatriota Béla Bartók, y con una trayectoria simultánea, si bien no paralela.

Bélar Bartók y Zoltán Kodály en una foto de 1908.
Kodály nació en Kecskemét, una ciudad del centro de Hungría de clima extremo que bien podría asemejarse a la meseta castellana en temperatura y productos del campo: trigo, tomates, albaricoques y pimientos son algunos de los productos que tienen fama en su región. Su padre, funcionario de ferrocarril, había estudiado violín, por lo que la familia pronto le inculcó el interés por la música. Su vida estuvo ligada a la teoría musical, la etnografía, la docencia y la composición, con un lenguaje que hunde sus raíces en lo folclórico, se alimenta muchas veces del sentimiento religioso y su sonoridad es fácilmente identificable por estar a medio camino entre lo antiguo, lo moderno y lo popular. Más conservador que Bartók, tanto en postulados artísticos como en ideales, su obra es tonal, pese a que las armonías son tratadas con una libertad bastante genial para crear el sonido Kodály.


FORJANDO UN ESTILO PROPIO TODA LA VIDA

Una de las escasas imágenes en color que disponemos de Kodály.
El lenguaje musical de Kodály obedece a su propia historia. De niño su padre celebraba veladas musicales en casa y escuchaba los cantos de los trashumantes. Con diez años se trasladó a Nagyszombat (actual Trnave, en Eslovaquia), donde estudió en una escuela arzobispal y se imbuyó de un profundo sentimiento religioso. Con dieciséis años compuso su primera obra: Misa Glagolítica (antes de la compuesta por el checo Léos Janacék en 1926). En 1900 llega a Budapest, donde estudia Filología y Composición con Hans von Koessler. Será en estos años cuando conozca a Bartók y ambos desarrollen el interés común por lo popular y el estudio etnográfico de las raíces musicales húngaras, además de impartir docencia en la Academia Franz Liszt de Budapest. Pero después, sus caminos serán diferentes. Con la dictadura de Miklós Horthy en 1920, Bartók tuvo cada vez más difícil su tarea creativa, terminando en el exilio en Estados Unidos. En el caso de Kodály tuvo prohibido impartir clases y fue acusado de antipatriótico durante el breve régimen comunista (1918-1920), pero con la llegada de Horthy, poco a poco se irá consolidando como compositor patrio de renombre. Un compositor al margen de las ideologías, pues con el regreso del comunismo en 1947, nuestro compositor siguió disfrutando de prestigio: en 1945 fue nombrado Presidente del Consejo de las Artes, cargo que conservaría, fue nombrado Doctor Honoris Causa por la Universidad de Budapest en 1957 y desde 1961 a su muerte fue director de la Academia Franz Liszt. Además, pudo viajar con cierta libertad al bloque occidental: fue nombrado Doctor Honoris Causa por la Universidad de Oxford en 1960 o recibir encargos como el de la obra que nos ocupa.


NEOPOPULISMO

Bartók y Kodály, esculturas de Imre Varga (Budapest).
Se ha venido a encajar a Kodály en una corriente minoritaria llamada neopopulismo, una suerte de música popular academizada y estudiada para crear un lenguaje musical muy característico. Esta orientación se hizo patente sobre todo a partir de 1923, con los Salmos Húngaros, con los que el compositor conmemoró el cincuenta aniversario de la unión de Buda y Pest. A partir de esta obra su producción coral será importante y de gran calidad. Hay que tener en cuenta que al ser filólogo, su dominio de la métrica adaptada al canto era formidable aun en un lenguaje tan particular como el húngaro: el húngaro es de métrica tróquea, es decir, el acento natural está en la primera sílaba (a diferencia de, por ejemplo, el castellano, donde la acentuación recae de forma natural en la penúltima), lo que no es fácil de adaptar a los postulados clásicos de la música occidental.


LAUDES ORGANI

Kodály en un viaje a Estados Unidos, con su segunda
esposa Sarolta Péczely  (enviudó en 1958 de Emma Sándor)
y el arpista húngaro Aristid Wurtzler, miembro de la
Filarmónica de Nueva York y uno de los concertistas
más importantes de su tiempo.
Bajo su personal estilo, ni demasiado antiguo ni demasiado moderno, Kodály realizó algunos encargos importantes, como el del aniversario de la Orquesta del Concertgebouw de Amsterdam o el de la obra que nos ocupa, Laudes Organi. Para el encuentro de la Sociedad Americana de Organistas que tendría lugar en Atlanta en el mes de junio de 1966 se pensaba en contar con un estreno absoluto, principalmente de un compositor vinculado al binomio de voz y órgano. Entre los posibles candidatos sobresalió Kodály, teniendo a su favor la gira que recientemente había realizado por Estados Unidos y el Kodály Festival que había organizado el Dartmouth College (New Hampshire), una de las universidades más antiguas del país.

Kodály aceptó gustoso el encargo y se puso a la tarea. Para ello optó por una obra vocal que elogiara las virtudes del instrumento, empleando un poema del siglo XII, el Audi chorum organicum, bastante difundido en la cultura centroeuropea con ligeras variaciones de unas a otras versiones. La versión mas antigua probablemente sea la conservada en la Abadía benedictina de Engelberg. La obra fue un éxito y los americanos apreciaron en ella la mezcla de lo novedoso con las reminiscencias del medievo en el viejo continente. Kodály demuestra su cuidada atención al texto: estructura silábica y repetición de los distintos versos en unas y otras voces en la sección fugada, permitiendo su claridad expositiva.

La partitura fue editada meses después con el subtítulo: Fantasía sobre una secuencia del siglo XII para coro mixto y órgano. Vamos a escucharla mientras leemos el texto. Se trata de una traducción personal, que pretende ser lo más fiel posible al original, pero cediendo a la intención de algunos giros y expresiones cuando su finalidad lo requiere.


La obra se inicia con una tocata con lleno del órgano, siguiendo la estela de los organistas europeos de finales del siglo XIX y principios del XX (Widor, Reger, Vierne...). Poco a poco los distintos registros del instrumento van apareciendo, como también el distinto material temático. Atención en 1:35 al simpático motivo en contrapunto, que luego cantará el coro y que sirve de contraste a la verticalidad inicial.

En 3:40 entra el coro masculino, con una única línea y reminiscencias gregorianas. En el tercer verso se unen las mujeres con un bello efecto: ellas llevan la melodía, los hombres crean un ambiente armónico envolvente. Las distintas voces poco a poco van adquiriendo independencia. Leamos el texto de esta primera sección:


Audi chorum organicum
instrumentum musicum
modernorum artificum
documentum melicum
canentem ludere amabiliter
ludentem canere laudabiliter
docens breviter,
leniter utiliter,
dulciter, humiliter.

Escucha el coro del órgano
instrumento musical
de moderno artificio
un modelo de melodía
que suena suavemente
y canta lleno de alabanza
que habla sin palabras,
suavemente, útilmente
dulcemente, humildemente.


Una nueva sección de ritmo más movido comienza en 4:44 con los tenores, imitado por las demás voces:


Ideo persuadeo
hic attendere
 jubeo commoneo
haec apprendere,
mentifigere humiliter.


Por eso te invito
a quedarte aquí
y subrayo mi oferta
de que lo escuches
con humilde atención.

En 5:19, los hombres, como una invocación, hacen una alegoría del músico como guerrero, introducidos por una armonía de aire medieval:


Musice! Milites
 te habilites
Usum exercites
artem usites
habilem corpore
te prebeas
facilem pectore
te exhibeas.

Follibus provideas
bene fl autes habeas
Istare praetereas
diligenter caveas
His praehabitis
sonum elice
doctis digitis
modum perfice
neumis placitis.


¡Músico! Como un militar
has de comportarte.
Ejercita tu oficio,
práctica tu arte,
la habilidad del cuerpo
ejercites
y la dignidad de tu mente
exhibas.

Cuida de que los fuelles
suficiente aire tengan,
en esto
diligentemente seas.
Después de comprobarlo,
que salga el sonido
con doctos dedos,
modos perfectos
y placentero sonido.


Otra sección se inicia en 7:30, suavemente, pasando después a todo el coro en el que se van describiendo los efectos del instrumento. En 9:15 escuchamos en las mujeres el motivo contrapuntístico de la canta inicial (Nunc per voces medias...).


Gravis chorus succinat
qui sonorus buccinat
vox acute concinat
choro chorus succinat
diafonico modo
et organico.
Nunc acutas moveas
nunc ad graves redeas
modo lyrico
nunc per voces medias
transvolando salias,
saltu melico
manu mobili,
delectabili,
 cantabil.

El pesado coro bajo
sonoro lo hace trompetear,
el registro agudo suena de nuevo
coro y contracoro
en modo diáfano
y orgánico.
Ahora toca las notas agudas,
ahora a las graves retorna,
modo lírico,
ahora a las medias voces
salta como el relámpago,
melodioso
con manos flexibles
placentero,
cantábile.


Un fragmento de gran virtuosismo para el organista nos conduce, en 11:55, a la sección que desemboca en un clímax:


Tali modulo,
mellis aemulo
placens populo;
 qui miratur et laetatur
et cantatur et laudatur
Deo sedula
qui regnat in saecula.


Tal modulación
dulce como la miel
complace al pueblo,
que se sorprende y alegra
y canta y alaba
la gloria de Dios
que reina por siempre.

En 12:51 entra de nuevo el órgano en lleno, que poco a poco se desvanece, entrando en 14:00 el coro de nuevo con el motivo de su primera intervención:


Huius artis praeceptori
 secum Deus det Guidoni
Vitam aeternalem.
Fiat Amen.


Al maestro de este arte,
puede Dios dar a Guido
la vida eterna.
Sea hecho y así sea.


Guido es Guido d'Arezzo (h. 991 - h. 1050), el monje benedictino que creó el tetragrama (antecedente del pentagrama) y dio nombre a las notas musicales. Los últimos pasajes son un desarrollo del Amen, creciendo hasta el clímax.

ANÉCDOTAS

EN EL ESTE Y EN EL OESTE

Pocas personas pueden decir que, durante la guerra fría, han sido honradas con distinciones en el bloque occidental y oriental a partes iguales. Es el caso de Kodály. Pero es que además el hecho se vuelve más curioso cuando, en un año, se le distinguió como miembro honorario de la Academia de las Artes y las Ciencias estadounidense y el Honoris Causa por la Universidad de Berlín Este, lo que ocurrió entre 1963 y 1964.