jueves, 23 de julio de 2015

El Anillo del Nibelungo de Richard Wagner: una introducción

Tras meses de inactividad, ahora con algo más de tiempo, retomo el blog. Y volvemos con una obra épica, la más grande en proporciones y complejidad que haya dado la Historia de la Música: la Tetralogía El Anillo del Nibelungo de Richard Wagner. Lo haremos coincidiendo en fechas con el Festival de Bayreuth, dedicado exclusivamente al compositor y cuya edición 2015 dará comienzo el próximo 25 de julio a las cuatro de la tarde hasta el 28 de agosto, con la oportuna retransmisión en directo que Radio Nacional de España dará del primer ciclo de representaciones. En esta primera entrega, fuera de fecha, trataremos de introducir la obra. Los próximos domingos, nuestro día habitual, explicaremos cada una de las óperas que la componen.

Escena final de El Oro del Rhin, Prólogo de la Tetralogía.
Producción de la Ópera de Seattle debida a Stephen Wadsworth (2001).

FICHA TÉCNICA

Obra: El Anillo del Nibelungo. Festival Dramático en un Prólogo y tres Jornadas.
Compositor: Música y libreto de Richard Wagner (Leipzig, Sajonia, 1813 - Venecia, Italia, 1883).
Año de composición: 1848 - 1874.
Estreno: El 13 de agosto de 1876 y días sucesivos en el Festival de Bayreuth (Bayreuth, Baviera).
Duración: 14 horas, aprox.
Discografía propuesta: Cuestión tremendamente compleja. A pesar de la dificultad de la obra, existen bastantes grabaciones de la Tetralogía completa, además de fragmentos y arreglos orquestales. Las procedentes del Festival de Bayreuth gozan de un gran prestigio, por la solidez de los cantantes, la excelencia del Coro y la Orquesta del Festival en las óperas de Wagner y el estar al frente los directores más especializados en este repertorio. Asimismo, existen varios ciclos en DVD, con estéticas para todos los gustos. De unos y otros iremos hablando.


UBICANDO EL ANILLO

Caricatura que resalta el paralelismo entre el Anillo de
Wagner y El señor de los anillos de Tolkien.
Explicar hoy el Anillo es una tarea más fácil de lo que aparentemente pudiera parecer: cuatro óperas, 14 horas de música, gran cantidad de personajes, luchas, instrumentos mágicos, dioses caprichosos, ninfas, gigantes, nibelungos, walkirias, humanos apasionados, fraticidio, incesto, intrigas entre hermanastros... El género fantástico se mantiene de moda, en un periodo álgido que se inició en 2001, cuando Peter Jackson llevó a la gran pantalla El señor de los anillos, la obra cumbre de Tolkien, y que hoy continua en la serie Juego de tronos. Unas y otras toman elementos de sagas precedentes, ponderan en mayor o menor medida el elemento mágico, la contraposición de razas y culturas o un destino más o menos trascendente, pero todas beben de una fuente: la Tetralogía El Anillo del Nibelungo, escrita y compuesta por Richard Wagner con base en la mitología germana y nórdica, principalmente El Cantar de los Nibelungos, las Eddas y la Saga de los Volsungos.


Un manuscrito de la Edda fechado en 1666.
Así, Juego de tronos presenta algunos paralelismos muy significativos con la saga wagneriana: Jaime y Cersei mantienen el mismo tipo de relación que Siegmund y Sieglinde, mientras que el deforme Tyrion Lannister guarda semejanza con el nibelungo Alberich.


Paralelismos entre El Anillo del Nibelungo y Juego de Tronos.

Los textos en los que se inspiró Wagner contienen elementos paralelos y divergentes, por lo que su labor no sólo estuvo dirigida a recopilar, sino también a armonizar y a crear una cosmogonía coherente, permitiéndonos hacer un recorrido por toda la mitología germano-escandinava, aderezado con elementos de la filosofía de su tiempo: Schopenhauder, Marx y Nieszstche encuentran su sitio a la hora de interpretar determinados elementos de la historia.

No vamos a profundizar en las fuentes originales, labor compleja y que excedería de nuestras intenciones. Todos los textos citados se encuentran traducidos al castellano y al tratar cada una de las óperas haremos referencias concretas.

Wagner y su universo.
También es interesante destacar que, aunque Wagner sea conocido comúnmente como compositor, realizó una importante labor como teórico musical, ensayista, poeta, dramaturgo y filósofo. Como pensador resulta difícil adscribirle a una u otra corriente: desde sus inicios en los círculos anarquistas a la influencia de Schopenhauser o su amistad con Nietzsche y el choque de tales ideas con su ferviente catolicismo (con Bakunin rompió relaciones tras mostrarle un libreto sobre una ópera de Jesucristo y con Nietzsche se produjo por la composición de Parsifal). Décadas después de su muerte, Adolf Hitler, amante de su música, lo encumbraría en el panteón del nacionalsocialismo con otras figuras alemanas, desvirtuando al compositor, aprovechándose de su obra con fines políticos y provocando una leyenda negra que llega hasta nuestros días: en Israel está prohibido interpretar su música, a pesar de voces sionistas a su favor, como la del director judío Daniel Barenboim, una de las mejores batutas wagnerianas de nuestros días.

UNA LABOR DE VEINTICINCO AÑOS Y MUCHOS AVATARES

El arquitecto Gottfried Semper
(Hamburgo, 1803 - Roma, 1879).
Nos encontramos en el verano de 1848. La Revolución de Dresde, iniciada en el mes de mayo, se encuentra en su pleno apojeo. Wagner, Kapellmeister de la Corte, mantiene contactos con August Röckel y Mijail Bakunin y participa en el diario Volksblätter. Le acompañan otros intelectuales, como el arquitecto Gottfried Semper, uno de los grandes nombres en la construcción de teatros de ópera. En esos meses, nuestro compositor escribió El mito nibelungo, un esbozo dramático en prosa procedente de las fuentes citadas. Ese mismo año comenzó a elaborar un libreto titulado La muerte de Sigfrido. En ese momento, El Cantar de los Nibelungos, descubierto en 1755, estaba considerado como la Obra Nacional Alemana, lo que suponía para nuestro compositor un paso más en la búsqueda de una identidad nacional alemana dentro del conglomerado de Estados de la época.

La Revolución resultó ser un fracaso, nada más allá de una pequeña pérdida de poder de la nobleza en la Cámara Baja. Wagner y Semper hubieron de escapar de Dresde y refugiarse en Zurich junto con Minna, mujer del compositor. A partir de este momento, tendría grandes problemas para regresar a Alemania y no está muy claro qué fue lo que le movió a tomar parte en la revolución: Wagner no tenía ideales republicanos ni participó activamente en lo que podríamos llamar el "movimiento obrero" en sentido estricto (huelgas, reivindicaciones sindicales...). Probablemente fuera un conjunto de circunstancias personales: verse en un puesto de Kapellmeister en la Corte en la que era tratado como un criado, obligado a componer música en un estilo para él caduco, alejado de las nuevas tendencias románticas, una clase social que veía la música como parte de un protocolo y no como un Arte y una nobleza carente de capacidades intelectuales. De hecho, los textos de Wagner se orientan más hacia una suerte de oligarquía de intelectuales como régimen político con un monarca en la cúspide.



En 1850, asentado en Zurich, nuestro compositor había realizado un esbozo musical para La muerte de Sigfrido. Llegado a este punto, consideró que quedaban cosas por explicar y que era necesaria una ópera previa: El joven Sigfrido, cuyo texto en verso estuvo listo en 1851. En el mes de octubre, finalmente, consideró que el material era tan amplio que eran necesarias cuatro óperas, distribuidas en un Prólogo y tres Jornadas, que son:
  • El Oro del Rhin.
  • La Walkiria.
  • Sigfrido.
  • El Ocaso de los Dioses.
En diciembre de 1852 estaba terminado el libreto en verso. Un libreto que se había compuesto "hacia atrás" argumentalmente hablando y que, para algunos, permite identificar el paso de un Wagner más revolucionario (en el Ocaso) frente a otro más aburguesado (en el Oro). Sea como fuere, la música fue compuesta siguiendo el orden de la trama, si bien el diferente enfoque del texto se muestra también en la música: del arioso y, en general, más sutil Oro, al apasionado Ocaso, para algunos la ópera más vibrante de las cuatro y aquella cuyo lenguaje musical es más fácil de asimilar (vaya por delante que la música de Wagner es compleja y no resulta fácil de escuchar, lo cual trataremos de mitigar seleccionando los fragmentos más representativos y más pegadizos).

Mathilde Wesendonck.
En noviembre de 1853 comenzó la composición del Oro y al año siguiente estubo ultimada Walkiria. Hasta 1857 se sucedería, de forma discontinua, la composición de los dos primeros actos de Sigfrido. Un parón motivado por la poco estable vida en el exilio, los problemas económicos y, una mujer: Mathilde Wesendonck. Su marido, el banquero y comerciante de sedas Otto Wesendonck, era uno de los hombres más influyentes de Zurich y gran amante de las artes, concediendo mecenazgo a Wagner. Mathilde, algo más joven que su esposo, contaba con veinticuatro años cuando conoció al compositor en 1852 y entre ellos se inició una intensa amistad asentada en el amor común por el arte (Mathilde era poetisa).

La relación entre Mathilde y Wagner nunca ha estado del todo clara: dónde acababa la amistad, dónde empezaba el amor, dónde acababa la relación artística, dónde empezaba la musa inspiradora. El caso es que, cinco años más tarde, en 1857, Otto invita a Wagner a residir en el Asyl (casa de huéspedes de su finca). Los terrenos de Wesendonck eran extensos y en el centro se situaba la Villa Wesendonck, un palacete copia de la Villa Albani romana. Y cerca de la misma, el citado Asyl. Fue precisamente tras esta mudanza cuando Wagner cesó la composición del Anillo para centrarse en un mito que simbolizaba el amor prohibido entre él y Mathilde: Tristán e Isolda. Además, nuestro compositor puso música a un ciclo de cinco poemas de ella, los conocidos como Wesendonck Lieder.


Villa Wesendonck y el Asyl, la casa de invitados
donde estuvo alojado el matrimonio Wagner,
hoy convertidos en museo.

La relación Wagner-Mathilde la dejaremos para cuando hablemos de Tristán e Isolda. Ahora baste decir que los criados de ambas casas iban y venían trayendo mensajes de uno y otra durante buena parte del día y que uno de esos mensajes apasionados fue interceptado por Minna. La historia, además de los correspondientes enfados, acabó con Wagner marchando a Venecia en 1858.

Desde esta fecha se inicia un periodo errante, perseguido por su pasado en Desde y por los acreedores. Wagner solicitará desde Venecia su regreso a Sajonia, siendo denegada. Su permiso de residencia en la ciudad, en manos de Austria, caducará y se verá obligado a volver a Suiza, a Lucerna. De allí, marchará a París. Desde allí, toda una gira por Europa interpretando su obra y la de otros compositores: Praga, San Petersburgo, Moscú y Berlín.

En 1864, todo cambiará. Las crónicas lo cuentan con un cierto aire de leyenda romántica. estamos en Stuttgart, un joven de dieciocho años vestido de forma descuidada (al menos hasta donde le permite su clase social) rodea los muros románicos de la Colegiata y se adentra en un barrio de calles estrechas. Lo acompañan dos hombres vestidos de paisano que no terminan de ocultar su aspecto militar. Entra en una taberna y otea el horizonte humoso hasta descubrir a quien busca, apartado en una mesa:

- Perdonad, señor, ¿no es vuestro nombre Richard Wagner?
- Quizás... - responde con altivez.- ¿Cuál es el tuyo, chico?
- ¿No me reconocéis? Soy Ludwig von Wittelbasch; fui a saludaros en Viena,
hace tres años, después de una representación de Lohengrin. Franz Liszt
también estaba allí.
- ¡Claro que os recuerdo... Ludwig - balbucea - no os había reconocido.

Luis II de Baviera.
A partir de aquí, todo es como un sueño: el joven le cuenta que dentro de unas semanas será coronado Rey de Baviera, que admira profundamente su música y sus escritos y le ofrece instalarse en la Corte de Munich o bien en una villa cercana, donde podrá seguir componiendo. Ese verano se asentará en el lago Starnberg, cerca de la capital bávara. El monarca pagará sus deudas y auspiciará los estrenos de Tristán e Isolda y Los Maestros Cantores de Nuremberg en la Ópera Estatal de Baviera. Es también en este periodo cuando se distancia definitivamente de Minna, la cual fallecerá en 1866. Nuestro compositor entonces comenzará a demostrar su interés por Cósima Liszt, hija del compositor Franz Liszt.

El matrimonio se asentará en Tribschen, a las afueras de Lucerna (Suiza) y junto al lago del mismo nombre, donde pudo terminar, en 1869, Sigfrido y, un año más tarde, El Ocaso.


La casa de Tribschen en la que residió la familia Wagner.
Hoy es un museo.



QUIERO UN TEATRO PARA MÍ SOLO

En el Anillo, Wagner pone en práctica todos los postulados dramáticos de los que había teorizado en ensayos como Ópera y drama (1851) o la infuencia en Friedrich Nietzsche y su primera obra, El nacimiento de la tragedia (1871). Por ello, consideraba que los teatros de ópera del momento se adecuaban poco a lo que debería ser el regreso al teatro griego. Espacios con palcos, con alturas, con distinción, en definitiva, de clases sociales, con lámparas que permanecen encendidas y una obra escrita a números cerrados tras los cuales se aplaude eran antidramáticos. Nuestro compositor plantea la música como un continuo sin interrupciones en todo el acto a través de la idea del leitmotiv, motivo musical que pretende describir un personaje, un lugar, una situación o un sentimiento. En el Anillo, con un número abundante de personajes, resulta especialmente efectivo, pudiendo encontrar unos doscientos motivos.


Niestzsche y Wagner. Ambos compartían ideales de renovación.
El ateísmo del primero chocó con la espiritualidad del segundo,
y su amistad se truncó en mutua crítica.
En cuanto a cómo debería ser un teatro de ópera, nuestro compositor llamó a su viejo amigo, el arquitecto Semper, que ya había construido la Ópera de Dresde con gran éxito, al objeto de intentar adaptar la Ópera Estatal de Baviera. Luis II estaba encantado con el proyecto y decidido a financiarlo, pues si había invertido cantidades astronómicas en levantar castillos de hadas en las montañas bávaras, mucho más fácil era construir un teatro de ópera. Sin embargo, las presiones de los ministros impidieron que la obra se llevara a cabo.


La Ópera de Dresde, obra maestra de Semper que
inspiró la construcción de un teatro para Wagner.
Entretanto, Luis II deseaba ver ya en escena la Tetralogía, con teatro apropiado o sin él. Por ello, hizo representar en la Ópera Estatal de Baviera, el 22 de septiembre de 1869, el Oro, y Walkiria el 26 de junio siguiente. El compositor no estaba conforme en que la obra se partiese y el director propuesto, Hans Richter, que había sido asistente musical de Wagner, mostró su rechazo, por lo que hubo de ser sustituido en el último momento por Franz Wüllner. El compositor permenció en Tribschen y no asistió al estreno, el cual criticó fuertemente comenzando por el director, al que consideraba inapropiado. Sin embargo, las crónicas nos hablan de un éxito apoteósico y de un director, Wüllner que, aun siendo inferior a Hans Richter o a Hans von Bülow (quien había estrenado Tristán y Los Maestros Cantores), realizó un competente trabajo que le valió sustituir a este último al frente de la institución cuando dejó Munich en 1870.

La elección del lugar en el que emplazar el teatro al final resultó ser el más inesperado. Se cuenta que Wagner le dijo a Cósima que buscase qué teatro de Alemania tenía la boca de escenario más grande, probablemente en su empeño de poder adaptarlo, solución más sencilla que construirlo. Era la Ópera de Bayreuth (conocida como la Ópera del Margrave) la que ostentaba tal honor. Resultó que esta pequeña ciudad de Franconia pertenecía a Baviera, por lo que fue fácil pedir una reunión con el Alcalde y ver el teatro. El interior desagradó al compositor: Rococó... no servirá. Su abigarrada estética no encajaba con su ideario próximo al teatro griego, pero el Alcalde estaba entusiasmado con la propuesta y cedió un terreno a las afueras (la hoy conocida como Verde Colina) para construirlo.


Interior de la Ópera del Margrave de Bayreuth, opción desechada por Wagner.
El teatro es hoy Patrimonio de la Humanidad.
Ahora sólo faltaba construir. Para ello se utilizaron los planos del proyecto de Semper para Munich, que fueron ejecutados por Otto Brückwald. Las obras fueron financiadas con las aportaciones de Luis II, las Asociaciones wagnerianas que el matrimonio fue constituyendo por media Europa y los conciertos que en diversas ciudades europeas dio el compositor. Se iniciaron el 22 de mayo de 1872, cumpleaños de Wagner, en una mañana lluviosa, y estuvo ultimado en 1876. Dos años antes, el matrimonio y sus tres hijos abandonaron Trischben para asentarse en Bayreuth, en la Villa Wanhfried, diseñada por el arquitecto berlinés Wilhelm Neumann.

Fachada principal de Wanhfried, con el busto de Luis II de Baviera. Desde
 1976 alberga la casa-museo más completa de todas las que
tiene el compositor.



El teatro resultó ser una mole de imponentes dimensiones con el escenario más grande del mundo y una moderna maquinaria. Posee un doble proscenio, rematados por sendos juegos de columnas corintias, lo que le dota de un efecto de mayor profundidad. La sala, en forma de anfiteatro, es un abanico de 2000 butacas que garantiza la visión desde cualquier punto y coloca a todos los espectadores en las mismas condiciones. Además, permanece en penumbra total durante la representación, lo que permite concentrarse al máximo en lo que sucede en el escenario. El foso orquestal está hundido bajo el escenario y desciende en escalones según las secciones de instrumentos, proporcionando la que probablemente sea la mejor acústica del mundo.

El Teatro de Festivales de Bayreuth. Fachada principal y vista lateral.


EL ESTRENO

Escenario del Teatro de los Festivales.
Ultimado el teatro, se programó el estreno del ciclo completo para el mes de agosto. Comenzó la tarea de reclutar un reparto completo y cuerpos estables (coro y orquesta) para el teatro. Estos últimos se obtuvieron (y se siguen obteniendo) de los mejores coros y orquestas alemanes. El estreno corrió a cargo de Hans Richter, estrechamente asesorado por el compositor, logrando un resultado apoteósico.

Al estreno acudieron compositores como Tchaikovsky, Liszt o Saint-Säens, diversos monarcas e intelectuales. Comenzaba así el Festival de Bayreuth, dedicado al compositor hasta hoy y que el 25 de julio inaugurará una nueva edición con un nuevo montaje de Tristán e Isolda debido a la bisnieta del compositor, Katharina Wagner, y dirigido musicalmente por Christian Thielemann, ex-director de la Deustche Oper de Berlín y la batuta wagneriana más importante de nuestros días. La familia Wagner ostenta de facto en Alemania un estatus propio de familia real. La dirección en el Festival es sucesoria y vitalicia (actualmente en manos de su bisnieta) y es la familia quien recibe en la esplanada frente al teatro a todas las autoridades que estarán presentes en la inauguración, incluida a la Canciller alemana. Angela Merkel es una ferviente wagneriana que lleva acudiendo al Festival décadas y desde su cargo ha incentivado, si cabe más, que lo que en Bayreuth tiene lugar el 25 de julio de cada año sea un acto de Estado. Un acto que ha sobrevivio al tiempo y a avatares tan oscuros como la avenida llena de esvásticas a la espera de que Hitler saludara desde el balcón de la fachada principal o a la guerra fría y Alemania dividida. El Arte se impone.

El próximo domingo, con el Festival inaugurado, hablaremos de la primera de las óperas de la Tetralogía: El Oro del Rhin.

ANÉCDOTAS

DE ALEMANIA Y DE BRASIL

Pedro II de Brasil.
Al estreno del Anillo acudieron el Emperador Guillermo II de Alemania y también el Pedro II, Emperador de Brasil. La relación de éste con Wagner venía de años atrás. El monarca se enteró por su cónsul en Suiza que un compositor quería estrenar una obra impresionante (el Anillo) en un teatro apto para ello. El Emperador contactó con él, pero quería la obra en italiano, a lo que Wagner rehusó, ofreciéndole el cambio la posibilidad de estrenar allí Tristán. Las negociaciones se fueron desvaneciendo y no cristalizaron, pero el soberano no quiso perderse el estreno en Bayreuth.


¿QUÉ PIENSA USTED DE RICHARD WAGNER?

Karl Marx cuenta que acudió a Munich en el verano de 1876. En la capital se acumulaban autoridades, intelectuales y curiosos, admiradores y detractores, en los días previos al estreno del Anillo en Bayreuth y no había alojamientos disponibles. A Marx le desquició esta situación y contó después: Vaya donde vaya, siempre me torturan con la misma pregunta: ¿Qué piensa usted de Richard Wagner?


UN WAGNER DE JARDÍN

En 2013 se celebró el bicentenario del nacimiento del compositor. Los extensos jardines que rodean el Teatro de los Festivales fueron invadidos por quinientos Wagner de plástico de color azul, violeta oscuro y violeta claro, de un metro de altura, al más puro estilo enanos de jardín, diseñados por Ottmar Hörl. Al acabar el aniversario se vendieron a 300 euros cada uno. ¡Y la venta fue un éxito! Yo aún no he visto ninguno en un jardín de España, pero me resisto a no seguir mirando.


Wagner de jardín.
EL ANILLO PATRIMONIO INMATERIAL DE LA HUMANIDAD

Hace uños se solicitó a la UNESCO que la Tetralogía wagneriana pasara a formar parte del Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. La petición fue rechazada. Por lo que respecta a la música, sólo una obra, La Pasión según San Mateo, de Johann Sebastian Bach, está en el listado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario