domingo, 26 de julio de 2015

El Anillo del Nibelungo de Richard Wagner (I): El Oro del Rhin

Tras una introducción sobre la Tetralogía, esta semana comenzamos con la primera de las óperas: El Oro del Rhin, Prólogo de la saga. Lo hacemos un día antes de que Kirill Petrenko, recién elegido director de la Orquesta Filarmónica de Berlín, suba al podio del foso del Festival de Bayreuth para dirigir la Tetralogía: será el lunes 27 a las seis de la tarde y en España se podrá escuchar en directo a través de la segunda emisora de Radio Nacional (Radio Clásica). En los días siguientes se podrán escuchar las subsiguientes jornadas, pero nosotros las iremos explicando despacio, una por semana.

Primera escena de El Oro del Rhin, Prólogo de la Tetralogía.
Producción de la Ópera de Seattle debida a Stephen Wadsworth (2001).

FICHA TÉCNICA

Obra: El Oro del Rhin. Prólogo del Festival Dramático El Anillo del Nibelungo.
Compositor: Música y libreto de Richard Wagner (Leipzig, Sajonia, 1813 - Venecia, Italia, 1883).
Año de composición: 1852 - 1853.
Estreno: Separadamente de las demás óperas, el 22 de septiembre de 1869 en el Teatro de la Corte de Munich, dirigido por Franz Wüllner. Integrado en la Tetralogía, el 13 de agosto de 1876 en el Festival de Bayreut, dirigido por Hans Richter.
Duración: 2 horas y media.

NOTA:

Para facilitar la narración de la historia, en todas las óperas clasificaremos primero los personajes por razas, indicando sus atributos, poderes u objetos mágicos que poseen.

Las imágenes empleadas proceden de la colección que sobre El Anillo del Nibelungo pintó Arthur Rackham en 1911 y 1912 y que hoy se han convertido en un clásico. La versión escogida para los vídeos es la producción que La Fura dels Baus hizo el año de la inauguración del Palacio de las Artes Reina Sofía de Valencia en 2007, con el Coro y la Orquesta de la Comunidad Valenciana dirigidos por Zubin Mehta para inaugurar el I Festival del Mediterráneo . Esta versión supuso un hito en España por ser lo mejor que ha dado una orquesta propia en décadas, encubrando a Valencia al nivel de los mejores teatros del mundo, tanto por la calidad de coro y orquesta como de los solistas escogidos. Todo ello en una obra de dificultades extremas. La Fura resolvió con genialidad los intrincados escenarios y los efectos casi cinematográficos que exige, aunque puedan pecar de efectismo en algunos momentos y emplea sus clásicas grúas. Además, es fácil encontrar en youtube pequeños fragmentos.

La obra se estructura en cuatro escenas que se suceden sin interrupción. Los interludios orquestales permiten el cambio de decorado sin que pare la música. A la sala de conciertos han trascendido el Preludio, pieza mágica en la Historia de la Música, el interludio entre las escenas segunda y tercera (Descenso al Nibelheim) y el final de la obra (Entrada de los dioses en el Walhalla)

Al final de cada escena he escogido imágenes de otros montajes famosos para comparar los diferentes puntos de vista conceptuales y estéticos que admite la obra. Los escogidos son:

  • Producción de Patrice Chéreau, dirección de Pierre Boulez. Estrenado en 1976 en el Festival de Bayreuth para conmemorar el centenario de la obra es, sin lugar a dudas, el montaje más famoso por su concepto innovador y las polémicas que suscitó. Ubicado en el siglo XIX, Chéreau utilizó los conceptos marxistas de materialismo histórico, lucha de clases y voluntad de poder para explicar la historia, todo ello con una dirección teatral muy dinámica. El compositor Pierre Boulez aportó una lectura ligera, diáfana y sin retórica. Se mantuvo en cartel ininterrumpidamente hasta 1980, año en que se grabó. Hoy sigue siendo un valor seguro de ventas en DVD y cuenta con un interesante making-off.
  • Producción de Sir Peter Hall, dirección de Sir Georg Solti. Estrenado en 1983 en el Festival de Bayreuth, el conocido como "Anillo inglés" conmemoraba el centenario del fallecimiento del compositor. Hipernaturalista, el director del Royal National Theatre diseñó unos decorados con agua y carros tirados por carneros, supuso un regreso a la tradición que no cuajó del todo frente a su revolucionario predecesor. Se mantuvo en cartel hasta 1986 y, a pesar de su indiscutible belleza y de tener a uno de los grandes wagnerianos en el podio, diferencias entre la dirección del Festival y Solti impidieron que se registrase. Hoy sólo circulan por la red (youtube incluido) grabaciones procedentes de las retransmisiones radiofónicas.
  • Producción de Otto Schenk, dirección de James Levine. Estrenado en 1987 en el Metropolitan Opera House de Nueva York, se pudo ver cada vez que se interpretaba la Tetralogía hasta hace pocos años. Schenk utiliza las técnicas teatrales más tradicionales, recreando lo que pudo ser el estreno de la obra. Teatralmente resulta un tanto acartonado, aunque tiene estampas de singular belleza. Desde su grabación en vídeo el año del estreno se ha comercializado muy bien y ha sido sucesivamente reeditado.
  • Producción de Harry Kupfer, dirección de Daniel Barenboim. Estrenado en 1988 en el Festival de Bayreuth, estuvo en cartel hasta 1992. El dramaturgo de la Alemania del Este dio una vuelta de tuerca al concepto de Chéreau y ubicó el Anillo en un futuro cercano con los grandes dilemas morales, económicos y medioambientales que ello supone. El director israelí consigue una lectura referencial con un equipo vocal de gran calidad. Se grabó en vídeo en 1991 y en los últimos años ha vuelto a despertar interés, con una exitosa edición en DVD.
  • Produción de Tankred Dorst, dirección de Crhistiann Thielemann. Estrenado en el Festival de Bayreuth de 2006, estuvo en cartel hasta 2010. Dorst, uno de los dramaturgos más veteranos del teatro alemán, dio soporte escénico al sólido Christian Thielemann, quien para la crítica logró la lectura orquestal más importante de los últimos cincuenta años. El discípulo de Karajan nos muestra una partitura repleta de detalles y teatralidad. Se grabó en CD en 2008 y rápidamente se agotó la edición (hoy no es fácil de encontrar, a la espera de que se vuelva a reeditar). Sólo La walkiria se grabó en DVD en 2010.

PERSONAJES

DIOSES
WOTAN


Jefe de los dioses, dios de las tormentas y señor de las batallas.
Poderoso, pero con las debilidades propias de un hombre,
codicioso pero a la vez autolimitado por el orden establecido. Perdió uno de sus ojos para ganar a su esposa.
Su atributo es su lanza, donde están grabados en runas los pactos por los que se gobierna el mundo.
Tiene dos cuervos que le informan de lo que pasa en el mundo.
Es interpretado por un bajo-barítono.

FRICKA


Diosa del matrimonio. Esposa de Wotan.
Inflexible y tradicional.
Conduce un carro tirado por carneros.
Es interpretada por una mezzosoprano.

FREIA


Diosa del amor, la belleza y la fertilidad. Hermana de Fricka.
Dulce y delicada. Se muestra acompañada de gatos.
Cuida un jardín con un árbol de manzanas doradas, las cuales dan la eterna juventud a los dioses.
Es interpretada por una soprano lírica.

DONNER


Dios del trueno.
Fuerte, feroz e impulsivo.
Su atributo es el martillo, con el que provoca las tormentas.
Es interpretado por un barítono.

FROH


Dios de la luz y de la primavera.
Noble y elegante.
Su atributo es el arco iris.
Es interpretado por un tenor lírico.

LOGE


Semidiós del fuego.
Astuto y escurridizo, algo interesado.
Su atributo son sus tonos rojizos.
Es interpretado por un tenor.

ERDA


La Madre Tierra.
Serena, inteligente y reflexiva.
Surge de la tierra en forma de mujer vestida en tonos oscuros.
Es interpretada por una contralto.

NOTA: Como podemos ser malpensados, conviene aclarar una cosa: el dios Froh no es homosexual. Al contrario, parece demostrar cierto amor por Freia y sale en su defensa. El arco iris, la primavera, e incluso el hecho de que en algunas puestas de escena se le haya mostrado con una pluma arco iris en la mano, no puede llevarnos a esta interpretación. Curiosamente, varios directores de escena han coincidido en dotar a Loge de una cierta ambigüedad sexual o incluso una abierta homosexualidad, pero no se desprende del libreto de la ópera.

GIGANTES

Son la raza más antigua de la Tierra y se encuentran en extinción. Al tiempo de nuestra historia, viven en Reisenheim.

Los gigantes no son ni buenos ni malos (aparentemente). Dos de ellos son contratados por Wotan para construir el Walhalla, lo cual hacen de forma eficiente, si bien tienen un comportamiento primitivo. Se les suele representar con una estaca.

FASOLT


(en la imagen, el que lleva a Freia de la mano)
Ensoñador, está enamorado de Freia.
Es interpretado por un bajo lírico.

FAFNER


(en la imagen, levantando la estaca)
Inflexible, calculador y codicioso.
Es interpretado por un bajo profundo.

NIBELUNGOS

Son más bajos que los dioses y los hombres. Viven en las profundidades de la tierra, donde son hacendosos mineros y expertos en forjar metales. Por el lugar en el que habitan se les conoce también como "hijos de la niebla". Además de verles trabajar, dos de ellos tendrán sustantividad propia.

ALBERICH


Se convertirá en el rey de los nibelungos. Se le llama "elfo negro".
Ávido de poder y codicioso, renuncia al amor para conseguir el Oro del Rhin.
Tiene dos objetos mágicos: el anillo y el tarnhelm (un yelmo mágico).
Es interpretado por un barítono.

MIME


Hermano de Alberich.
Es un hábil herrero y astuto, pero físicamente débil, maltratado por su hermano.
Forja el anillo y el tarnhelm a su hermano.
Es interpretado por un tenor de carácter.

NINFAS U ONDINAS

Son conocidas como "las hijas del Rhin", por ser el espíritu del río su padre. Su misión es vigilar el oro que se encuentra en el fondo. Bellas, juguetonas y un poco pícaras.


WOGLINDE
Su nombre significa "hechicera de las olas".
Juguetona e inocente.
Es interpretada por una soprano lírica.

WELLGUNDE
Su nombre significa "luchadora de las olas".
Juguetona e inocente.
Es interpretada por una mezzosoprano.

FLOSSHILDE
Su nombre significa "luchadora del río".
De las tres, es la más precavida y suspicaz.
Es interpretada por una contralto.     

PRELUDIO

A telón cerrado (según indicaciones de Wagner, aunque modernamente cada vez es más frecuente verlo escenificado), comienza a formarse el acorde de mi bemol mayor. La tonalidad, con tres bemoles, posee un significado místico: en La flauta mágica de Mozart representa la perfección, en el Anillo, la creación del mundo. Este acorde resuena grandioso en el órgano al inicio de la Sinfonía nº 8 de Mahler para introducir el Veni, creator spiritus.

Hemos optado por una interpretación a telón abierto, pues en Valencia, La Fura dels Baus respetó las indicaciones del compositor. Lo veremos en la producción que Harry Kupfer realizó para el Festival de Bayreuth en 1988 (estuvo en cartel hasta 1992), bajo la dirección de Daniel Barenboim (se trata de una grabación realizada en 1991). Esta versión, postmoderna, es más recomendable para quién conozca la obra, pero ver el lecho del Rhin formado en verde láser resulta impactante.

El Preludio es una prueba de fuego para toda orquesta por su dificultad (los arpegios de la cuerda requieren una técnica elevada) y el director debe saber dosificar las fuerzas orquestales y desligar nítidamente las texturas de cada sección instrumental para ir conformando un torrente sonoro que culmina en clímax, enlazando con la primera escena.


PRIMERA ESCENA

EL RHIN. Vemos tanto el lecho del río como su superficie y sus márgenes.

Las ninfas juegan en el Rhin.
Se abre el telón. Woglinde y Wellgunde nadan y juegan en el río. Aparece Flosshilde, quien les advierte que descuidan su labor y que su padre les encomendó vigilar el oro que escondido se haya en el río, aunque acaba uniéndose al juego.

Mientras tanto, Alberich aparece por una de las grietas de las rocas y se desliza torpemente hasta la orilla para observar a las ninfas con lascivia: "Me acercaría a vosotras desde la noche de Nibelheim si fuerais amables conmigo".

Éstas interumpen el juego y miran a su alrededor hasta descubrirle, mostrando un gesto de repugnancia. El nibelungo es de pequeña estatura, moreno, con vestimenta sucia y mira a las ninfas con deseo. Flosshilde, más precavida, advierte a sus dos hermanas de que es el tipo de enemigo del que les previno su padre, pero cuando ve que la motivación principal de la criatura es satisfacer sus apetitos sexuales y no acercarse al oro, del cual no se ha percatado, se lo toma como un entretenimiento: ¡Ahora me río de mi propio miedo! ¡Nuestro enemigo está enamorado!

Vamos a ver este momento desde la apertura del telón, con los bellos primeros versos que canta Woglinde:
¡Tú, ola, vaga por el río!
¡Déjate llevar por el aire hasta tu cuna!


Las ninfas se burlan de Alberich.
A Alberich se le ve inexperto en las lides del amor, pues parece estar convencido de que puede obtener los favores de las ninfas, a pesar de que ellas, entre dientes, le llaman cabra vieja. El asunto está en que las rocas de la ribera del Rhin son muy resbaladizas y nuestro personaje se tambalea aquí y allá cuando intenta aproximarse rápido a las ninfas sin caerse al agua. Primero lo intenta con Woglinde y, cuando se da cuenta de que sólo pretende burlarse de él, prueba con Wellgunde, quien aparantemente está más interesada y a quien Alberich elogia sus bellos pechos. La broma acaba pronto y ella abiertamente le dice que es un payaso, jorobado y peludo: Búscate una novia a la que le gustes. El nibelungo cambia de discurso inmediatamente y le acusa de ser frígida, un pez que sólo tiene espinas, invitándole a tontear con anguilas.

Nuestro nibelungo parece desanimarse, pero se le acerca Flosshilde insinuante: Ya has hecho la corte a dos de nosotras. Si se lo pidieres a la tercera, ella te daría dulce consuelo. Alberich recupera las esperanzas: ¡Qué bien que seáis más de una! Con tantas como hay, a alguna le he de gustar. Y como parece que le da esperanzas, comienza de nuevo el coqueteo: Desde que te he visto tú me pareces la más hermosa. Pero es que Flosshilde tiene labia para encantar un buen rato, eso sí, con una finura exquisita: ¡Tus encantos son una bendición para mis ojos, tu tierna sonrisa me refresca el espíritu! ¡Tu mirada marchita, tu barba incipiente! La cosa sigue, pero no termina bien: ¡Oh, cómo podría yo, asombrada y sin habla, ver y oír tan solo... tu forma de sapo y el graznido de tu voz!

Alberich se pone violento y pretende alcanzarlas trepando entre los peñascos que dibuja la orilla. Sin éxito, además de alguna caída entre las piedras. Pero, de repente, algo ocurre: la luz hace brillar algo en un peñasco rodeado por las aguas, algo dorado al que las ninfas cantan alegremente:
¡Oro del Rhin! 
¡Oro del Rhin!
¡Alegría radiante!.
¡De qué manera tan brillante
y grande te ríes!
Brillo ardiente dejas a tu paso. 


Alberich pretende alcanzar la roca con el oro.
El nibelungo se sorprende. Desvaneciéndose su enfado, pregunta a las ninfas qué es eso que brilla. Woglinde y Wellgunde, altaneras y hablando de más, le dicen que es el Oro del Rhin, un tesoro que dará el poder del mundo al que con él forje un anillo. Flosshilde les manda callar, pero ya han contado demasiado. Éstas la replican diciendo que no hay peligro, quien quiera obtener el oro ha de pagar un precio: renunciar al amor, y el nibelungo, si de algo se muere, es de amor. Las tres se ríen, pero entonces Alberich salta alcanzado la roca central y trepa hasta la punta:
¡El poder absoluto podría alcanzar!
¿Si no consiguiera el amor, 
no podría con astucia, 
obtener el placer? ¡Seguid riendo!
¡El nibelungo se dispone 
a jugar con vosotras! 
¿Todavía no tenéis miedo?...
¡Pues, haced ahora el amor
en la oscuridad, húmedas criaturas! 
¡Yo apago vuestra luz,
arranco el oro de la roca 
y forjaré el anillo de la venganza!
Que las aguas lo oigan:
¡maldigo por siempre al amor!

Alberich se lleva el oro sin que las ninfas puedan impedirlo. El Rhin se queda en penumbra.

Veámoslo desde que el nibelungo se percata de la existencia del oro hasta el final de la escena:



OTRAS PUESTAS EN ESCENA

Boulez/Chéreau.
El Rhin tiene una enorme planta hidroeléctrica.
El humo en movimiento, convenientemente distribuido, recreaba
perfectamente el agua. Las ninfas son prostitutas y Alberich, un obrero.
Solti/Hall.
El Rhin tiene agua de verdad y las ninfas nadan en él. Lo que ve el
espectador es un enorme espejo en el que se proyecta un tanque
con agua que permanece oculto a su vista. El tanque contenía
agua a una temperatura adecuada y debía ocultarse en el escaso
tiempo que permite el interludio orquestal.
Levine/Schenk.
Puesta en escena un tanto acartonada, con las técnicas teatrales
de finales del siglo XIX, pero de indudable belleza.
 Barenboim/Kupfer. El Rhin se dibuja con la tecnología láser, que permite figurar olas. El oro se oculta en una brecha redonda. La luz es la clave.
Thielemann/Dorst. El río hace una curva, dotando a la escena de mayor profundidad. El superficie del río se muestra en el techo del escenario y hace el vaivén de las olas. Las texturas tienen gran importancia.
SEGUNDA ESCENA

UN ESPACIO ABIERTO EN LA CIMA DE UNA MONTAÑA. Está amaneciendo. Al fondo, se ve el Walhalla.


Después de un interludio con el tema del Rhin en tonos oscuros desvenciéndose, resuena el tema de los dioses. Wotan ha encargado la construcción del Walhalla a dos gigantes, Fasolt y Fafner, y por fin, la obra está terminada. Los dioses han dormido frente a la fortaleza a la intemperie. Ahora sólo falta pagar los honorarios. Wotan duerme tranquilamente. Su mujer, Fricka, está intranquila y le despierta en cuanto el alba repunta, pues el dios pactó con los gigantes darles a Freia, su cuñada, un trato que aterra a su mujer. El dios se ensimisma viendo la obra acabada: ¡Tal como lo imaginé en mis sueños, tal como lo deseo mi voluntad, fuerte y hermoso se muestra; majestuoso, maravilloso edificio! Fricka le insiste y Wotan le dice que no se preocupe, que llegado el momento intentará otra solución. La construcción, no obstante, da a la esposa cierta tranquilidad: así será más fácil mantener a su esposo a su lado, habituado a correrías por tierras lejanas: El preocuparme por tu fidelidad me hace pensar con tristeza, como conservarte a mi lado cuando te marchas a tierras lejanas. Pero Wotan le hace una declaración de principios bastante rotunda: Aunque quisieras mantenerme encerrado en la fortaleza, debes aceptar que, como un dios, incluso confinado en el castillo, debo conquistar el mundo exterior. Oscilante y cambiante es el amor de todos los que tienen vida. Este es un pasatiempo al que nunca renunciaré.

Las palabras del dios son reveladoras de lo que el resto de la saga nos irá mostrando, pero no sólo son claras sino también irónicas: ¡Qué ridículo que me riñas ahora! Honro a las mujeres incluso más de lo que a ti te gustaría. Y efectivamente, a Fricka no le hace mucha gracia. El intercambio de reproches sibilinos cesa cuando Freia, sabiendo que la fortaleza está terminada y que en breve va a ser precio de los gigantes, viene asustada buscando ayuda. Wotan simplemente dice que hay que esperar a que llegue Loge, el semidiós del fuego. Con el tiempo el dios le ha hecho su consejero, lo cual también le reprocha su esposa. No confía en alguien que vagabundea incluso más que su marido y al que califica de estafador.


A lo lejos aparecen los gigantes. Fasolt se acerca como interlocutor mientras Fafner se queda silencioso, pero probablemente su silencio imponga más que sus palabras.

Fasolt se presenta bastante diplomático. Le indica a Wotan de forma muy razonable que largo tiempo estuvieron trabajando él y su hermano mientras el dios cerraba sus ojos soñolientos, que la obra está acabada y que vienen a reclamar su precio. Éste se hace el distraído y le dice amablemente que le indique cuál es el precio. La estrategia no surte efecto. El gigante enseguida le indica que lo pactado era Freia, pero Wotan reacciona airado diciendo que no puede vender a su cuñada. Fasolt insiste diplomático y le señala su lanza, en la que están grabados los pactos con los que gobierna el mundo, y los pactos se cumplen. Fafner, en cambio, no se muestra tan diplomático, se acerca y brama diciendo que el dios les ha engañado. El primero intenta calmar la situación: reconoce que los dioses son más inteligentes y que por las leyes de Wotan los gigantes están obligados a guardar la paz y no luchar contra otras razas, pero romperán el orden establecido si los dioses no cumplen el pacto: ¡Un gigante estúpido te da este consejo! ¡Tú, sabio, apréndelo de él!

Wotan intenta disuadirles: ¿para qué quieren ellos a Freia? Fasolt le contesta que ellos son fuertes y capaces de construir esas altas torres que a los dioses fascinan, pero son incapaces de encontrar una mujer bella debido a su condición. Él quiere una mujer rubia y gentil como la diosa y no renunciará a ella. Fafner, más práctico, en un aparte, le indica a su hermano que Freia cultiva un jardín con un árbol que da manzanas doradas, las cuales dan la eterna juventud a quien las come. Más allá de que Freia sea bella o no, tales manzanas les asegurarán la inmortalidad. Además, sin la diosa, los demás dioses no podrán comer los frutos y envejecerán.

Fasolt le indica a Wotan que dé una respuesta de inmediato. Éste, viendo que Loge se retrasa, intenta ganar tiempo, sin resultado. El gigante agarra a la hermosa diosa y se la lleva. Aparece Froh, dispuestos a luchar contra los gigantes, prometiendo proteger a la diosa. Le sigue Donner, quien amenaza ferozmente a los gigantes. Wotan interviene y les aparta. Tal cosa haría nacer un enfrentamiento directo y no está dispuesto a sacrificar el orden establecido, al menos por ahora.

Aparece Loge en forma de llama, bastante despreocupado. Cuando Wotan le dice lo que ha pasado él le replica, muy tranquilo, que no pactó con los gigantes y que, por tanto, no es su asunto. Los dioses, vanidosos, buscan acrecentar su poder con el Walhalla, él no lo necesita. Además, considera que los gigantes son de plena confianza y han realizado bien su trabajo. Wotan le advierte que es el único de los dioses con el que mantiene relación, que los demás le detestan, así que más le conviene colaborar. Loge no se atiene a la advertencia y desaparece en forma de llama, dejando a todos atónitos. ¡Mira en qué granuja has confiado!, le reprocha Fricka.

Wotan pide al semidiós que regrese y Loge se hace la víctima: ingratitud es siempre su recompensa y que, preocupado por la situación de los dioses, ha hecho algunas averiguaciones que pasa a explicar:

Busqué en vano, 
y ahora lo veo todo claro: 
no hay nada en todos los mundos
tan apreciado por los hombres, 
que pueda sustituir 
el valor y la belleza de una mujer.
Allí donde había vida y aliento, 
en tierra, en mar y en aire, 
allí pregunté a muchos; 
por todas partes pregunté, 
dondequiera que las fuerzas 
de la naturaleza se movieran y 
las semillas fermentaran:
¿qué podrían considerar los hombres
más poderoso que la belleza 
y el valor de una mujer?.
Pero todo lo que tiene 
vida y aliento 
se burló de mi astuta pregunta:
en tierra, en mar y en aire, 
nadie renunciaría 
al amor de una mujer
Sólo a un hombre vi 
que había jurado rechazar el amor: 
a cambio de oro brillante, 
había renunciado 
al amor de las mujeres.
Las transparentes hijas del Rhin 
me contaron su desgracia: 
el nibelungo, duende de la Noche,
en vano buscaba 
los favores de las ninfas;
y entonces el ladrón 
les robó el Oro del Rhin en venganza:
ahora es su más valiosa posesión, 
incluso más noble que una mujer.
Por su radiante juguete, 
robado de las profundidades del río,
las ninfas se quejaron a mí:
a ti, Wotan, apelan 
para que el ladrón 
responda de su robo
y devuelva el oro a las aguas, 
y así permanezca junto a ellas 
por toda la eternidad.
Prometí a las ninfas 
que te informaría de ello:
ahora, Loge, ha cumplido su palabra.



Wotan le replica que tiene un problema más grande que ese. Intervienen los gigantes, quienes muestran su preocupación por la situación: Alberich ha realizado incursiones en Reinsenheim sin que éstos pudieran atraparle. Le piden a Loge que conteste sin rodeos: ¿qué nuevos poderes le otorgará al nibelungo el oro robado?. Éste contesta:
No es más que un juguete 
en las profundidades del agua,
una alegría para niños sonrientes,
pero si con él se forjara un anillo,
aquel que lo poseyera 
adquiriría el mayor de los poderes y
se haría con el mundo.
En ese momento, dioses y gigantes presentes comienzan a hacer cábalas sobre las posibilidades que se les abrirían teniendo el oro: Wotan lo ve como el medio para afianzarse indiscutiblemente sobre las demás razas del mundo. Fricka como forma de controlar a su marido y que éste le sea siempre fiel. Todos llegan a la conclusión hipócrita que, por el orden del mundo, es necesario que el oro pase a manos de los dioses. Además, como el oro ya ha sido robado, no hay que renunciar al amor. Loge les anima diciéndoles que se le roba al ladrón lo que el ladrón robó, pero que siniestras defensas lo custodian y que, en todo caso, el oro es de las hijas del Rhin y a ellas hay que devolvérselo.

Fafner interviene: renuncian a Freia si se les paga con el tesoro del nibelungo. A los dioses les será fácil obtenero, pues tienen una astucia de la que ellos carecen. Además, así se evitaría el peligroso incremento de poder de los nibelungos y el deseable equilibrio entre las razas. Por lo pronto se quedarán a la diosa en prenda y conceden a Wotan un plazo perentorio para que logre su objetivo. Los gigantes rápidamente alcanzan el Rhin y se la llevan con ellos a su tierra de Reisenheim.

Wotan, resolutivo, indica a los dioses que irá a Nibelheim acompañado de Loge. El semidiós le pregunta si las ninfas obtendrán Justicia, contestándole con evasivas.

El telón se cierra y la música enlaza, sin solución de continuidad, con el interludio: El descenso al Nibelheim, que nos describe el camino tortuoso que los personajes tienen que hacer para alcanzar esta tierra. La pieza es extremedamente difícil para la cuerda. Cuando llegan, la música emplea yunques para describir el frenético trabajo de herrería que se está produciendo.

Veamos cómo representó La Fura el descenso al Nibelheim:


OTRAS PUESTAS EN ESCENA

Boulez/Chéreau.
Los dioses son burgueses. El Walhalla es una construcción neoclásica.
Levine/Schenck.
Los gigantes con Freia.

Barenboim/Kupfer.
Unos dioses postmodernos que parecen ser crítica de la mafia.

Thielemann/Dorst.
Dioses y gigantes negocian el precio por el Walhalla.


TERCERA ESCENA

EL NIBELHEIM, excavado en la roca.

Alberich y Mime.
En Nibelheim sus habitantes vienen y van cargados de piezas del oro, convenientemente troceado y trabajado en sus talleres hasta convertilo en un tesoro transportable. Alberich está ansioso. Ha encargado a su hermano Mime, el más hábil de los herreros, que forje el anillo. No es tarea nada fácil, pues requiere no sólo las artes de la herrería sino también las mágicas. Un conjuro que hace que el metal se doblegue a la voluntad del martillo. Su hermano le da el anillo, pero se le cae otro objeto... Una malla de pequeño tamaño que Alberich rapidamente ve y que ferozmente exige que le explique su existencia. Mime, queriendo sacar provecho al tesoro, ha conseguido forjar un segundo objeto mágico: el tarnhelm, un yelmo mágico. Su hermano enseguida se lo prueba y descubre las propiedades de que está dotada la pieza: la invisibilidad, la transformación y la traslación a la velocidad del pensamiento. Cabilando en qué manera Mime lo podía traicionar con ese objeto, se vuelve invisible y le propina unos cuantos latigazos, dejándolo tumbado en el suelo.

Alberich proclama:
Vosotros, todos los nibelungos, 
ahora os inclinareis ante Alberich.
Él está presente en todas partes, 
y os está observando.
Ya habéis descansado 
y reposado lo suficiente. 
Ahora, debéis trabajar para él, 
cuando no le podáis ver;
cuando menos le esperéis, 
estad alerta por si aparece.
Por siempre seréis sus súbditos.
Escuchad cómo se acerca 
el Señor de los Nibelungos. 
Los nibelungos se dispersan y vuelven al trabajo. 
Llegan Wotan y Loge, encontrándose a Mime tirado en el suelo. Loge lo reconoce, ya lo ha tratado otras veces, así que va a sacarle información. El nibelungo, entre dolores, contesta con evasivas, pero finalmente les dice que está encadenado a su propio hermano tras haberle forjado el anillo:

Con él, se impone sobre nosotros, 
nocturna raza de nibelungos.
Antes, herreros despreocupados, 
fabricábamos maravillosas joyas,
para nuestras mujeres, 
hermosos adornos 
para los nibelungos;
disfrutábamos con nuestro trabajo. 
Ahora el villano nos fuerza 
a meternos en cuevas 
para trabajar sólo para él.
Gracias al poder del anillo, 
su avaricia descubre dónde,
entre las grietas, 
se esconden nuevos filones de oro.
Nosotros tenemos que buscarlos, 
encontrarlos y picarlos 
para sacar el oro; 
fundir lo que hallamos 
y forjar las piezas 
sin descanso ni reposo 
para aumentar el tesoro 
de nuestro amo.

Regresa Alberich y se encuentra a Mime con los dos recién llegados. No los conoce, por lo que su voz se torna en una cierta inseguridad. Ordena a su hermano que vuelva al trabajo y les pregunta qué es lo que quieren. Wotan le dice que son viajeros de tierras lejanas que han oído hablar de los portentos que en Nibelheim tienen lugar y hasta allí les ha traído la curiosidad. El nibelungo, perspicaz, enseguida identifica a Loge, escurridizo viajero que habla y trata con todas las razas. Ya había hecho tratos antaño con Alberich y él se lo recuerda: los tratos no salieron bien para el nibelungo. Le dice que se fía de su deslealtad pero no de su lealtad. No obstante, el orgullo le puede y empieza a hablarles del tesoro.
Alberich se transforma en serpiente ante la
atenta mirada de Loge y Wotan.

Wotan, despreocupado, le pregunta para qué quiere un tesoro de tales dimensiones en un país como Nibelheim, donde no hay en qué gastárselo, sólo rocas y profundas minas. El nibelungo le contesta que con el tesoro se pueden hacer prodigios que le convertirán en el amo del mundo, además de permitirle crear un poderoso ejército. Loge alaba el plan del nibelungo y declara que hay que proclamarle, sin duda, señor del mundo, pero que le cuente cómo va a hacerlo. Alberich, más vanidoso, les habla del tarnhelm. Esta pieza interesa especialmente a los viajeros e intentan indagar sobre ella. No es tarea fácil, pero Loge se hace el incrédulo y pide una demostración a la que el nibelungo cede. El semidiós le dice que se transforme en lo que le plazca. Alberich se transforma en una serpiente gigante ante la atónita mirada de los visitantes. Ambos alaban tal prodigio. El semidiós, astuto, le dice que si la magia permite adoptar también la forma de criaturas pequeñas. El nibelungo le pregunta que cómo de pequeñas y éste le dice que como para meterte en una rendija, allí donde el sapo se esconde. Se obra el prodigio y, en ese momento, Wotan y Loge atrapan al recién salido sapo, cogen el tarnhelm y atan raudos al prisionero. Se lo llevan rápidamente. Nadie ha notado nada. Baja el telón y, sin solución de continuidad, el interludio, en similares tonos que el anterior, nos describe la subida de regreso.

Veamos las transformaciones de Alberich:


OTRAS PUESTAS EN ESCENA

Boulez/Chéreau.
Wotan y Loge observan el tesoro de Alberich.
Barenboim/Kupfer.
Loge y Wotan llegan a Nibelheim, representada por una estructura modular
Thielemann/Dorst.
Alberich muestra a Wotan el tesoro nibelungo.

CUARTA ESCENA

EL ESPACIO ABIERTO de la segunda escena.

Wotan y Loge han regresado a las proximidades del Walhalla, donde dejaron a sus compañeros. El semidiós se burla de Alberich:
Estate ahí quieto, primo.
Mira, queridísimo, 
allí en frente
tienes el mundo que tú, holgazán,
pretendías conquistar. 
Dime, ¿qué parte de él 
me concederás como establo?
Wotan dicta las condiciones: está secuestrado y si quiere la libertad debe pagar un precio, que no es otro que el tesoro nibelungo. Alberich entre dientes cabila: no han pedido el anillo, si entrega el tesoro podría aún doblegarlos con éste y recuperarlo facilmente. Acepta las condiciones. Llegan los nibelungos cargando el tesoro extrañados. No saben lo que ha paado y Alberich sólo se limita a dar órdenes mientras permanece atado. Les ordena que no le miren en ese estado tan vergonzoso.

El nibelungo se percata de que Loge no ha reparado en el tarnhelm, pero el semidiós se da cuenta. No es una gran perdida, se dice a sí mismo, pues Mime puede forjar otro. Cuando parece que el rescate ya está pagado, Wotan se percata de que Alberich lleva un anillo. Considera que forma parte del tesoro y que debe entregarlo. El nibelungo dice que antes dará su vida, pues el anillo ya forma parte de sí mismo y le recrimina que lo que está haciendo es un robo, que el dios hubiera hecho lo mismo si se le hubiese presentado la ocasión y que de esta forma puede disponer del oro sin haber tenido que renunciar al amor. Y le advierte:
¿Acaso el terrible y maldito acto, 
que el duende agobiado 
por las inquietudes cometió, 
ha de servir tan sólo 
como juguete real?
¿Mi maldición sólo sirve 
para darte placer?
¡Vete con cuidado, 
dios dictador!
Si yo pequé, 
sólo pequé contra mi persona.
Pero, contra todo lo pasado, 
lo presente y lo futuro
pecarás tú, inmortal, 
si me coges el anillo.
Wotan le arranca el anillo de la mano con violencia y ordena que le suelten. Alberich, lleno de rabia, maldice sobre el anillo:
Por una maldición llegó a ser mío,
pues que ahora el anillo 
sea siempre maldito.
Su oro me otorgó un poder ilimitado,
que ahora su magia traiga la muerte
a aquel que lo lleve.
Ningún hombre será feliz con él,
ningún hombre afortunado vera
la sonrisa de su resplandor.
Cualquiera que lo posea 
se sentirá agobiado por problemas,
y cualquiera que ahora lo tenga 
será acosado por la envidia.
Todo el mundo ansiará poseerlo,
pero nadie le sacará provecho.
Sin beneficio alguno, 
su dueño lo habrá de vigilar, 
pues el anillo le llevará 
hasta sus asesinos.
Convencido de que ha de morir, 
el cobarde se verá 
poseído por el miedo.
Mientras viva, 
suspirará por la muerte,
y el señor del anillo 
se convertirá en su esclavo, 
hasta que mis manos vuelvan
a sostener lo que me fue robado.
Esta es la suprema bendición 
que el nibelungo otorga a su anillo.
Ahora, te lo puedes quedar... 
¡Guárdalo bien!
¡No escaparás a mi maldición! 
Alberich desaparece. Wotan y Loge regresan junto a los dioses. En la lejanía se ve a Fasolt y Fafner, que regresan con Freia. El primero de los gigantes dicta las condiciones: le apena separarse de Freia, por lo que el montante del tesoro debe ser tan alta que su belleza femenina quede tapada por el oro. Los gigantes clavan dos estacas y miden el alto y ancho de su figura. Fafner vigila cuidadosamente la operación, indicando que quedan resquicios por dónde se puede aún ver a la diosa. Wotan se muestra avergonzado y Fricka le recrimina esta situación. Donner increpa fuertemente a los gigantes y si Wotan no interviene, se rompería el acuerdo.

El tesoro se ha terminado, pero Fafner dice que aún consigue ver el destello del cabello de la diosa por una rendija, por lo que exige el yelmo que Loge lleva de la mano, que no es otro que el mágico tarnhelm. Wotan accede. Fasolt comprueba la operación y hace notar que aún puede vislumbrar la mirada de Freia a través de otra grieta que ordenan que tapen. El dios les dice que el tesoro se ha terminado, a lo que Fafner responde que el dios lleva un anillo de la mano, el arrebatado a Alberich. Loge interviene diciendo que ese anillo es de las hijas del Rhin y que Wotan ha de devolverlo, a lo que el dios ya replica abiertamente que no piensa devolverlo, como tampoco dárselo a los gigantes, indicando que pidan otra cosa. Fasolt resuelve que permanece el antiguo pacto y que, por tanto, el precio es la diosa.

En el medio de la discusión se abre una grieta de la que brota un resplandor azulado. Es Erda, la Madre Tierra, la que emerge de las profundidades. Con voz profunda y serena, hace su entrada con estas palabras:
¡Cede, Wotan, cede!
¡Escapa a la maldición del anillo!
Su posesión 
te condena a una oscura 
e irremisible destrucción.
 
Sé como era todo, 
y veo cómo todo es 
y todo será,
también lo veo.
Erda la primitiva mujer 
del mundo imperecedero,
te aconseja ahora.
Tres hijas 
concebí de manera primitiva 
y llevé en mi vientre. 
Lo que veo, 
te lo cuentan cada noche las Nornas.
Pero el mayor de los peligros 
es lo que me trae hoy ante ti:
¡Escúchame, escúchame, escúchame!
Todo lo que ahora existe, morirá.
Un día oscuro amanece sobre los dioses.
Te lo aconsejo: evita el anillo.
Veamoslo. Los gigantes, en la puesta en escena de La Fura son una especie de robots metálicos. Debajo, la clásica puesta en escena de Otto Schenck del Metropolitan.




En ese momento, a Wotan le asaltan las dudas. Le pide que le explique más, pero Erda le contesta que ya le ha avisado, que sabe lo suficiente y que lo piense con miedo y pavor. El dios pretende seguir a la diosa, pero Froh le indica que acepte el consejo y respete su nobleza. Donner resuelve que el anillo será entregado a los gigantes.

Recuperada Freia, los gigantes proceden a repartirse el tesoro. Fafner se impone sobre su hermano diciéndole que tiene derecho a una parte mayor, pues a Fasolt le cegaba el amor por la diosa y si la hubieran obtenido, no la hubiera compartido. El otro le contesta que este abuso no es culpa suya y recurre a los dioses para que hagan una partición justa. Loge interviene y le aconseja que se quede con el anillo y dé el resto del tesoro a su hermano. Fafner, ávido de poder tras ver el anillo, mata a su hermano y le arrebata el anillo. Mete el anillo en el saco y se marcha con todo el tesoro sin dar explicaciones.

Wotan se da cuenta del peligro que encierra el anillo. Mucho gastaste para conseguir el anillo, pero ahora que te lo han quitado, todavía te hace ganar más. Mira... ¡tus enemigos se están matando por conseguir el oro que tú les diste!, le dice Loge. El dios se muestra temoroso. En su interior se gesta la idea de bajar a buscar a Erda y pedirle consejo, pero Fricka le indica que mire la hermosa fortaleza y no repare en lo demás. Wotan le responde que con dinero funesto pagó el edificio.

Donner observa que un ambiente viciado de neblina cubre el paraje y con su martillo convoca una tormenta que despeje el cielo. Se disipan las nubes y se muestra el cielo clareado. Froh convoca al arco iris como un luminoso puente que conduce hasta el Walhalla.

Loge medita: se están lanzando hacia su muerte por muy fuertes que se crean. Lo más prudente será alejarse de los dioses, tornarse en fuego y recorrer el mundo. ¿Quién sabe lo que haré?, concluye.
Las hijas del Rhin reclaman el oro.

Los dioses se preparan para marchar hacia el Walhalla, pero en ese momento resuena unas voces femeninas en el valle del Rhin. Son las ondinas, quienes lamentan la pérdida del oro. Wotan le dice a Loge que haga algo para que dejen de molestarlos. El semidiós, burlón, les responde:
¡Vosotras, ahí, en el agua!
¿para que nos lloráis a nosotros?
¡Escuchad lo que Wotan os desea!
¡El oro no brilla ya 
sobre vosotras, muchachas, 
pero ahora podéis disfrutar,
del nuevo resplandor de los dioses!
Las ondinas sólo se lamentan mientras los dioses ascienden al Walhalla entre acordes triunfales.
¡Oro del Rin! ¡Oro del Rin!  
¡Oro Puro! 
¡Ojalá todavía hicieras brillar 
tu resplandor luminoso 
en las profundidades del río, 
pues allí sólo existen placer y dicha!
Falso y cobarde 
es todo lo que aquí hoy se celebra.
Finaliza así el Prólogo de la Tetralogía. La aparente estabilidad de los dioses será sólo efímera. Fuerzas opuestas se disputan el poder sobre el mundo y todos quieren su parte. La próxima semana entrarán en juego los hombres y las valquirias.

Veremos el final de la obra, desde que Donner convoca la tormenta. Dos posibilidades os dejo: la primera es la la Fura en Valencia, visualmente impactante aunque con las grúas típicas de este grupo que pueden no gustar; la segunda, la clásica producción de Otto Schenk del Metropolitan de Nueva York. En ella, nótese que, cuando los dioses marchan hacia el Walhalla, Wotan le hace un gesto a Froh para que coja de la mano a Freia, dando más realce al amor que tiene el dios por ella. Además, contiene una tradición de las últimas décadas no escrita: Loge hace al espectador un gesto simpático y, como narrador mudo, despide el Prólogo. La idea procede de Patrice Chéreau, productor del montaje del Anillo del Centenario en Bayreuth (1976), donde Loge corría la cortina del escenario y se despedía del público.

Otra curiosidad: el público de Bayreuth es tremendamente analítico con lo que va a escuchar y prácticamente todos los asistentes al Festival se conocen la obra del derecho y del revés. Es habitual que al finalizar se tarde en aplaudir, dejando varios segundos de silencio, e incluso que el aplauso sea frío y vaya creciendo en las sucesivas salidas de los solistas y el director. No es raro tampoco que, si el montaje, la dirección o algún cantante ha flojeado, aun dentro de los límites de lo aceptable en un teatro de primera fila, el público inicie su intervención con abucheos que se van moderando. El Metropolitan tiene probablemente al público más caluroso del mundo. Sus aplausos son siempre enfervorecidos y suelen iniciarse con la bajada de telón, aun antes de que finalice la música.



OTRAS PUESTAS EN ESCENA

Boulez/Chéreau.
Los dioses entran en el Walhalla.
Solti/Hall.
Wotan invita a los dioses a entrar en el Walhalla.