domingo, 25 de enero de 2015

Karelia de Jean Sibelius (II)

Continuamos la escucha de Karelia de Jean Sibelius. La semana pasada hablamos de cómo nuestro compositor se fue introduciendo en la estética nacionalista de una Finlandia dependiente del Imperio Rusio y escuchamos la primera parte de la obra, esa Karelia primitiva y medieval. Esta semana continuamos donde lo dejamos.

La leyenda de Aino (detalle). 
Akseli Gallen-Kallela,  
Museo Ateneum de Helsinki.
FICHA TÉCNICA

Obra: Karelia.
Compositor: Jean Sibelius (Hämmeenlinna, Gran Ducado de Finlandia, Imperio Ruso, 1865 - Järvenpää, Finlandia, 1957).
Año de composición: 1893.
Estreno: El 13 de noviembre de 1893, en Viipuri. El compositor dirigió a la Orquesta de la Sociedad Filarmónica.
Versión actual: En 1997, Jouni Kaipanen (n. 1956) reconstruyó la obra, siendo la versión actualmente interpretada.
Duración: 45 minutos, aprox.
Discografía propuesta: Tuomas Ollila dirigiendo a la Orquesta Filarmónica y Coro de Tampere. Tellu Virkkala (soprano), Anna-Kaisa Liedes (soprano), Juha Kotilainen (barítono), Ondine (1998).











AVANZANDO EN LA HISTORIA DE KARELIA

La semana pasada escuchamos la primera parte de la obra. Después de una obertura donde Sibelius nos dibujaba diversos temas de corte folclórico, la música nos describió diversos episodios, desde los primitivos cantos rúnicos a la construcción del castillo de Viipuri o la recaudación de impuestos por Narimont, Duque de Lituania. Tras el animado intermedio, se abre la segunda parte, con el cuarto cuadro.

Karl Knutsson deja el castillo de Viipuri para participar en la elección 
del rey de Suecia, Severin Falkman (1880-1886).
Palacio Presidencial (Helsinki).

La música describe una escena palaciega en el castillo de Viipuri en 1446. El edificio es la corte de Karl Knutsson, Margrave desde 1442 y que en 1448 ascendería al trono como Carlos VIII de Suecia y, un año más tarde, rey de Noruega. El motivo único, de ritmo reposado alternado con otro algo más danzable permite construir el ambiente idóneo. El movimiento enlaza con uno de los pasajes que más entusiasmo despertó el día del estreno: la Balada, encomendada al barítono. Cuentan las crónicas que el estreno no se caracterizó por el silencio absoluto, más por asombro y ganas de comentar la jugada que por aburrimiento. Al público le iba entusiasmando cada escena y hacía oír sus comentarios, pero al llegar la Balada, interpretada en aquella ocasión por el barítono Kruskopf, se hizo el silencio. La pieza está pensada como una melodía que un cantor interpreta para entretener a la Corte. Su texto procede de una canción folclórica, La danza de la arboleda en floración y cuenta la historia de un paje que cabalga en un caballo gris hasta llegar a un paraje con árboles en flor y doncellas danzando.

El quinto cuadro nos lleva a 1580, a la conquista de la ciudad de Käkisalmi. Las crónicas relatan que en el estreno hubo fuegos artificiales para emular el ruido de la contienda. Por desgracia, hoy la pieza nos ha llegado sin las parte de la cuerda grave, lo que le priva de parte del efecto. Las reconstrucciones han salvado la pieza, no demasiado larga, como buenamente han podido.

Tras él, un segundo intermedio musical, número que ha trascendido por su aire animado y folclórico, casi de marcha (la indicación de tempo es Alla marcia).


El sexto cuadro representa el cerco al castillo de Viipuri por parte del ejército ruso en 1710. En forma fugada y con reminiscencias en la sección central del tema del tercer cuadro, ha llegado hasta nuestros días con la orquestación incompleta, faltando las partes del cello y del contrabajo y parte de la de la viola, reconstruidas en la versión que escuchamos.


Maamme, en una edición de   
Las historias del Alférez Stahl.
El séptimo cuadro lleva por título La reunión de la Vieja Finlandia con el resto de Finlandia, rememorando la anexión de Finlandia al Imperio Ruso en 1811 como un Gran Ducado, provocando que todo el territorio, aun cuando no tuviera independencia, estuviera unido (tras la conquista de Viipuri por los rusos en 1710 la zona había quedado dividida en dos). Enlaza con el octavo, donde el compositor utilizó la melodía del Vart land (Nuestra tierra, en sueco, traducido como Maamme en finés) de Frederik Pacius. Se trata de una composición de 1848 sobre un poema de Johan Ludvig Runeberg contenido en el Prólogo de Las historias del Alférez Stahl, obra que describe los eventos de la Guerra contra el Imperio Ruso previa a la anexión. En la época que nos ocupa se había convertido en el himno oficioso de la independencia, y cuando Finlandia la consiguió, se convirtió en himno nacional. Aunque en la versión que vamos a escuchar tiene coro, se trata de un añadido de la reconstrucción. Sibelius no dispuso ninguna intervención coral en la obra, probablemente para no cargar de elementos accesorios la representación, pero el día del estreno, cuando comenzó a sonar el fragmento, el público comenzó a cantar la letra, por lo que Kaipanen consideró conveniente introducir una armonización en la reconstrucción.


EL RESULTADO

Aunque Sibelius contase después que el estreno no había sido de su agrado por los cuchicheos y comentarios del público, que no siguieron con religioso silencio la representación, lo cierto es que la obra resultó un éxito. El empleo de melodías populares y la temática patriótica fueron ingredientes indispensables para ello.

Sibelius en un billete de 100 marcos finlandeses,
la moneda anterior al euro.

Tras el estreno el 13 de noviembre de 1893, se volvió a representar el 18. Al día siguiente, Sibelius dirigió en un concierto en Helsinki con la misma orquesta que había estrenado la obra, tres extractos: el primer intermedio, el cuarto cuadro y el segundo intermedio, bajo las denominaciones de Intermezzo - Balada - Alla marcia. Como el cuarto cuadro tiene barítono solista, el papel es encomendado al corno inglés.

No está muy claro el por qué del proceder de Sibelius, y desde luego no nos parece lo más probable que hubiese quedado desencantado del resultado. Se ha apuntado que quizás su amigo, el compositor y director de orquesta Robert Kajanus, le propusiera extractar los fragmentos más populares para interpretarlos en sala de conciertos. Ciertamente, fue Kajanus el que más divulgó esta Suite, que circuló los primeros años con diversos nombres: Suite para orquesta, Suite sobre motivos históricos y finalmente Suite Karelia.

También la Obertura de la obra tuvo su particular viaje en el catálogo del compositor. Consta que en un concierto de 23 de noviembre del mismo año, Sibelius añadió la Obertura, pero ésta pronto siguió un camino diferente cuando tuvo algunos pequeños retoques en 1906 y la qudó numerada con el 10 del catálogo, mientras que el opus 11 quedó integrado exclusivamente por la Suite.

El manuscrito de la obra completa quedó en manos de Kajanus, no siendo devuelto al compositor hasta 1936, tres años después de la muerte de éste. Como ya contamos la semana pasada, Sibelius lanzó al fuego el ejemplar en los años cuarenta del siglo XX. Afortunadamente, las particellas pudieron obtenerse de los archivos, ensamblándolas Kalevi Kuosa en 1965, si bien fragmentos dispersos de la cuerda grave o la flauta en varias partes hacían impracticable la interpretación. Ya en 1997 se presentaron las reconstrucciones de Jouni Kaipanen y Kalevi Aho.

TRANSCRIPCIONES 

La popularidad de la Suite motivó las transcripciones para piano (debida a Otto Taubmann) y piano a cuatro manos (Karl Ekman) en vida de Sibelius. Escuchemos el primer intermedio en la transcripción para piano (en la Suite, primer movimiento):


ANÉCDOTAS

DE APOYO A RIVALIDAD

Robert Kajanus
Como hemos venido contando, Robert Kajanus apoyó decididamente a Sibelius. Nueve años mayor que él, no sólo difundió Karelia en su transformación en Suite, sino que ya en 1878 había dirigido una obra de juventud, Leevi Madetoja. Pero en 1896 ambos disputaron una cátedra en la Universidad de Helsinki de la que salió triunfador. Sibelius no se lo tomó muy bien y comenzó a ser muy crítico con todo lo que su rival hacía o decía.

En 1900 la Orquesta de la Sociedad Filarmónica llevó a cabo una gira por Europa que culminaría en París, con motivo de los actos de la Exposición Universal, y donde fueron llamados los dos. Si consideramos que el que tenía el reconocimiento institucional era Kajanus, para Sibelius fue ganarle media partida.
En 1906, Sibelius dedica a Kajanus su obra La hija de Pohjola. Por su parte, Kajanus funda en 1919 el Festival de Música Nórdica, cuya primera edición tuvo lugar en Copenaghe y donde invitó a Sibelius. Muestra de simpatía que queda indiscutidamente probada cuando, en los años treinta, graba con la Orquesta Sinfónica de Londres varias de las sinfonías de Sibelius en los primeros años de la industria discográfica.

La realidad tal vez sea que ambos eran complementarios: si bien desempañaban las labores de compositor y director, Sibelius merece el reconocimiento como compositor y Kajanus como director.

El texto de Vart land en el monumento
a Runeberg en Helsinki.

EL HIMNO DE FINLANDIA

Como ya hemos dicho, el himno nacional de Finlandia es el Vart land (en sueco) o Maamme (en finés), compuesto por Frederik Pacius sobre un poema de  Johan Luvdig Runeberg. Esta composición actualmente es objeto de crítica en base a argumentos históricos y literarios: la versión original sueca del poema alude a "nuestro lugar en el Norte", introduciéndose la alusión a Finlandia en la versión en finés. Además, Pacius era alemán (si bien vivió gran parte de su vida en Finlandia) y Runeberg era sueco-finés, si bien fue un gran defensor de la causa. Además, el himno de Estonia utiliza como base la misma composición de Pacius, con una letra muy similar.

La alternativa propuesta ha sido el arreglo que Sibelius hizo años después de un tema extraído de su poema sinfónico Finlandia (1899) y titulado, precisamente Finlandia: himno. Esta adaptación fue realizada para coro, añadiéndole letra Wainö Sola primero y después Veikko Antero Koskenniemi en 1940. La Constitución finesa de 1918 no recogió disposición alguna referente al himno, probablemente porque en aquél momento no había discusión en que debía ser Vart land, por su tradición en el movimiento nacionalista.

domingo, 18 de enero de 2015

Karelia de Jean Sibelius (I)

Jean Sibelius, gloria nacional de Finlandia, trasladó a los pentagramas su tierra natal en una época, finales del siglo XIX, en que el país era un Gran Ducado integrado en el Imperio Ruso y se fraguaban las ansias de independencia. Su lenguaje intelectualizado (frío como su tierra podríamos decir) dificulta en ocasiones acercarse a él. Karelia, una obra de juventud, nos permitirá conocer la tradición musical finlandesa con un lenguaje sencillo y agradable de escuchar. Dada las dimensiones de la obra, escucharemos fragmentos repartidos en dos semanas.

La leyenda de Aino (detalle). Akseli Gallen-Kallela,  
Museo Ateneum de Helsinki.
FICHA TÉCNICA

Obra: Karelia.
Compositor: Jean Sibelius (Hämmeenlinna, Gran Ducado de Finlandia, Imperio Ruso, 1865 - Järvenpää, Finlandia, 1957).
Año de composición: 1893.
Estreno: El 13 de noviembre de 1893, en Viipuri. El compositor dirigió a la Orquesta de la Sociedad Filarmónica.
Versión actual: En 1997, Jouni Kaipanen (n. 1956) reconstruyó la obra, siendo la versión actualmente interpretada.
Duración: 45 minutos, aprox.
Discografía propuesta: Tuomas Ollila dirigiendo a la Orquesta Filarmónica y Coro de Tampere. Tellu Virkkala (soprano), Anna-Kaisa Liedes (soprano), Juha Kotilainen (barítono), Ondine (1998).

¿DÓNDE ESTAMOS?

A la mayoría de los que me leéis, al igual que me pasa a mí, desconoceréis la Historia de Finlancia más allá de una idea vaga. Los países nórdicos han quedado fuera de nuestro radio de acción social, cultural y político, por lo que creo que es interesante que empecemos con algunos datos para situarnos.

En el territorio que hoy conocemos como Finlancia, más o menos, estaban asentadas diversas tribus con su propia organización hasta la llegada de Erik IX de Sucecia, quien introdujo el cristianismo y la lengua sueca. En el siglo XIV, la República de Nóvgorod arrebató a Suecia la mitad del territorio de Finlandia. Con la caída de Nóvgorod a manos de los rusos un siglo después, el territorio quedó anexionado al Imperio. Sucesivos conflictos bélicos disputarían suecos y rusos por este territorio, con cambiantes resultados a favor o en contra de uno y otro. La Guera Finlandesa de 1808 decantó la balanza a favor de Rusia y su zar, Alejandro I, creando un Gran Ducado.

Así las cosas, la segunda mitad del siglo XIX será un hervidero cultural que reinvindicará la identidad de Finlandia como nación, hecho que se producirá cuando, aprovechando la Revolución Rusa, se declare independiente en 1917.

No acabará aquí la historia convulsa de este país, pues tras una breve Guerra Civil, la URSS intentará anexionarse el territorio en dos ocasiones. También hubo de expulsar a los alemanes en los últimos episodios de la II Guerra Mundial.

En 1947 y 1948 se vio obligada a firmar sendos tratados con la Unión Soviética, perdiendo parte de su territorio y la ciudad de Viipuri (pasada a ser denominada Víborg), de la que luego hablaremos. Gracias a ello pudo permanecer al oeste del telón de acero (pero neutral) y mantener su soberanía. La caída del comunismo en 1991 dejó sin efecto parte de la mayoría de sus cláusulas, pero territorialmente hubo pocas devoluciones, y la ciudad de Víborg sigue hoy perteneciendo a Rusia.

Dada su frágil trayectoria geopolítica, es fácil entender por qué los fineses han desarrollado un apego casi devocional a su cultura y a sus intelectuales, quienes verdaderamente se han preocupado de mantener sus esencias como nación.

¿Y QUÉ ES KARELIA?

Karelia es una región histórica hoy repartida entre Finlandia y Rusia y situado en el extremo oriental del primero. Allí se encuentran los dos lagos mayores de Europa, el Ládoga y el Onega (en territorio ruso) y su parte norte da al Mar Blanco. Actualmente, la parte finesa se divide en Karelia del Norte y Karelia del Sur, mientras que la rusa se denomina genéricamente "República de Karelia".

Naturaleza en Karelia.
La región de Karelia fue un mito para los artistas del nacionalismo finés, fundamentalmente debido a Kalevala, poema épico recopilado por Elias Lönnrot y publicado en dos versiones de 1835 y 1849, esta última con más de 23.000 versos divididos en 50 poemas. Y es que la compilación fue recogida principalmente en la región de Karelia, lo que dio lugar a un movimiento denominado karelianismo que pretendía buscar las raíces de un sustrato nacional en las viejas leyendas y tradiciones.

Y en este círculo es donde se desarrollan destacados artistas del momento, como el pintor Akseli Gallen-Kalella, el escritor Juhani Aho, el escultor Emil Wikström y el compositor que nos ocupa, Jean Sibelius.

SIBELIUS: UN MÚSICO COMPROMETIDO PERO INTROVERTIDO

Sibelius en 1892.
Nacido como Janne Sibelius en territorio ruso pero en una familia de convicciones nacionalistas finesas, en su juventud comenzó a usar su equivalente francés Jean, con el que quedó identificado toda su vida. La primera etapa de su vida está cargada de una anodina pulcritud: estudió en el Liceo Normal de Hämmelinna y marchó a Helsinki a estudiar Derecho y violín. Se casó joven con Aino Järnefelt y tuvo seis hijos.

Hasta aquí el lector me dirá que correcto lo de la introversión, pero que no ve el compromiso por ninguna parte, más que la herencia recibida de sus padres. Pues bien, en 1892, recibió un encargo de la Universidad de Helsinki para que, en su faceta de músico, acudiera a Karelia a recopilar antiguos cantos. Anotó entre quince y veinte temas, y si bien no fue un trabajo que hoy pudiéramos calificar de científico, los cantos le impresionaron mucho y de él comenzaron a surgir varias composiciones de corte folclorista.

Poco después, y asentado con su mujer en Helsinki, conocerá a una serie de intelectuales, como los músicos Kajanus y Wegelius e iniciará su amistad con el pintor Gallen-Kallela, indiscutible nacionalista. A pesar de sus personalidades muy diferentes (nuestro compositor, melancólico y soñador, el pintor, temperamental y directo), ambos congeniarán a la perfección. Se iniciará una tarea compositiva fructífera, ya con una clara temática nacionalista.

KARELIA

Ediciones de Kalevala de 1835 y de 1849.
La obra de Elias Lönnrot elevó a mito Karelia.
En 1893, a Sibelius le llegará un nuevo encargo de la Universidad de Helsinki: la Asociación de Estudiantes de Viipuri, capital de la región de Karelia, debido a la creciente preocupación por la rusificación de la región, crea un festival benéfico (con un sorteo de lotería) que tendrá como temática diversos episodios breves que escenifiquen su historia.

El trabajo le mantendrá ocupado todo el verano, meses en que nuestro compositor se irá con su familia a Ruovesi, una pequeña localidad en medio de la naturaleza. Los escenarios de este espectáculo también estarán encomendados a nacionalistas de la época, participando los ya nombrados Gallen-Kallela y Emil Wikström y el arquitecto Jac Ahrenberg.

Transcripción para piano de la Obertura
de Karelia debida a Dorothy Taubman.
Vayamos a la obra. Previamente, una advertencia. El compositor, que décadas después desarrolló un intelectualizado lenguaje, vio en Karelia una obra de juventud de baja calidad, por lo que, en la década de los cuarenta del siglo XX, echó al fuego la única copia completa que había. Esta obra, más bien de circunstancias, no se asentó en las salas de conciertos, por lo que Sibelius realizó una suite orquestal extrayendo tres números de la partitura (el Intermezzo, la Balada y la Marcha). Suite que fue popular gracias a Kanajus y que hoy lo sigue siendo, es probable que ello animara al compositor a destruir los demás números décadas después. Afortunadamente, se han conservado particellas de los diferentes instrumentos en archivos de varias orquestas, lo que llevó a dos compositor fineses, en 1997, a trabajar en sendas reconstrucciones de la partitura. Jouni Kaipainen (cuya reconstrucción escucharemos) y Kalevi Aho realizaron un destacado trabajo, gracias al cual, hoy podemos hacernos una idea de un trabajo fresco y popular de su autor, alejado del intelectualismo de décadas posteriores y no por ello sin la brillantez suficiente para ser considerada una gran obra. Comencemos con la obertura, con la que parece que sobrevolamos la región con el tema inicial hasta imbuirnos en el espíritu popular en el 2:30, tras lo cual los temas funcionan a manera de mosaico de lo que luego escucharemos en la obra. Por razones técnicas, el blog no admite insertar el vídeo, así que coloco el enlace:

https://www.youtube.com/watch?v=OX8K_CAGmLw

El primer cuadro nos introduce en el ambiente medieval de Finlandia, con una canción rúnica cantada por dos sopranos:




Castillo de Víborg.
El segundo cuadro escénico que se pretendía acompañar con la música recreaba la construcción del castillo de Viipuri (actual Víborg), con un aire a medio camino entre sones medievales cargados de nobleza y cierta melancolía. El escudo de la ciudad, cuando perteneció a Finlandia entre 1917 y 1947, ostentaba su castillo. Unas armonías cargadas de nobleza nos conducen al clímax del número.

Iglesias luteranas en la actual Priozersk 
nos recuerdan su pertenencia a Finlandia.

El tercer cuadro, ilustrado por un número musical breve, representa la recaudación de impuestos por Narimont, Duque de Lituania, en la provincia de Kakisalmi, en una isla al sur del lago Ládoga. La ciudad del mismo nombre pertenece hoy a Rusia, bajo el nombre de Priozersk. Hoy, las iglesias luteranas (y no ortodoxas) siguen recordando en la ciudad su historia de siglos.



El intermedio que pone fin a la primera parte utiliza el tema folclórico expuesto en la Obertura, aquí cargado de solemnidad. Con él terminamos la escucha de la primera parte de la obra, dejando las otras dos para la semana que viene, así como el resultado de la obra y su influencia en la Finlandia de la época.




Aino Järnefelt, esposa de Sibelius.
ANÉCDOTAS

UNA NOVELA UN POCO DESCARADA

El escritor Juhani Aho, al que Sibelius conoció en los círculos intelectuales nacionalistas, escribió en 1890 una novela titulada Solo en el que, de forma autobiográfica, relataba su pasión por la prometida (poco después esposa) de Sibelius, Aino Järnefelt. El enfado de Sibelius fue importante, pero después se fue diluyendo. También hay que decir que el escritor se casó un año después con la pintora Vendra Soldán-Brofeldt.

domingo, 11 de enero de 2015

Hymne à la Nuit de Rameau/Noyon

El Hymne à la Nuit es una pieza coral conocida en Francia y popularizada por la película Los chicos del coro. Dulzona, pero íntima y melancólica, esconde toda una historia que comienza con la ópera Hipólito y Aricia de Jean-Philippe Rameau (1733) y que culmina con el compositor Joseph Noyon y una nueva letra a cargo de Édouard Sciortino en el siglo XX.

Esperanza. Georges Frederic Watts (1886).
Tate National Gallery, Londres.
FICHA TÉCNICA

Obra: Hymne á la Nuit.
Autor: Jean-Philippe Rameau (Dijon, Francia, 1683 - París, 1764). Preparado por Joseph Noyon (Cherburgo, Francia, 1888 - Boulogne-Billancourt, 1962). El texto es de Èdouard Sciortino (1893 - 1979).
Duración: 3 minutos, aprox.
Discografía propuesta: Pequeños Cantores de San Marcos de la Basílica de Nuestra Señora de Fourvière (Lyon), dirigidos por Bruno Coulais. Grabación realizada para la película Los chicos del coro (2004).











LOS CHICOS DEL CORO


Portada del disco de la banda sonora.
Dado que la película Los chicos del coro (Christophe Barratier, 2004) es ampliamente conocida y que, en gran medida, ha contribuido a popularizar en España la obra de esta semana, lo más fácil es empezar por ésta. La idea vino del propio Barratier, hombre polifacético (no sólo es director de cine sino también productor, guionista, guitarrista, compositor y letrista), quien para su primer largometraje quiso abordar una historia musical. Para ello se inspiró y adquirió los derechos de un film anterior, La jaula de los ruiseñores (John Dréville, 1945). El guión fue escrito en colaboración con Philippe Lopes-Curval, pero no intervino en la composición de la banda sonora (aunque escribió las letras de las canciones), trabajo que asumió el violinista y pianista Bruno Coulais.

Es razonable pensar que Barratier dio a Coulais instrucciones bastante aproximadas de lo que quería o que incluso le encomendara específicamente la tarea conociendo su estilo de composición. Coulais, que aspiraba a convertirse en compositor de música clásica y que durante épocas hubo de dedicarse a componer bandas sonoras para la televisión, sorprendió al mundo con la belleza de la partitura de Los chicos del coro, logrando el Premio César a la mejor banda sonora y el Óscar a la mejor canción (Vois sur ton chemin) y una fama bien merecida. Ahora bien, no toda la música que suena en la película es de Coulais.

Vayamos a una escena de la película: la Condesa, benefactora de El fondo del estanque, el internado en el que se desarrolla la película, acude a la institución a escuchar el maravilloso coro del que le han hablado. Cuando todo está dispuesto, pregunta qué van a cantar al artífice, el genial pero un tanto ensoñador y utópico Clément Mathieu. Éste le responde: La Nuit, de Rameau. La Condesa hace un comentario de aprobación, denotando conocer la obra. Veamos la escena:


Pues bien, la obra poco, muy poco, tiene que ver con el original, pero tampoco es una creación de la película. Vayamos a los orígenes.

HIPÓLITO Y ARICIA DE RAMEAU

Rameau en un grabado.
Jean-Philippe Rameau es un compositor francés del siglo XVIII del que poco ha llegado a las salas de conciertos de hoy (y lo que ha llegado es gracias a la recuperación debida al movimiento historicista en los últimos veinte años) y del que casi menos sabemos con exactitud. El hecho de desempeñar su oficio en la Corte francesa con un estilo musical nuevo pero bastante recargado, timidamente evolucionado respecto de las fórmulas barrocas, frente a una Centroeuropa más innovadora en planteamiento, pudo motivar su rápido olvido.

Rameau no compuso ópera hasta casi los cincuenta años, con Hipólito y Aricia (1733), de temática mitológica, con libreto de Simon-Joseph Pellegrin. De esta ópera procede el original de Hymne à la nuit, concretamente de un dúo de sacerdotisas de Diana en la escena tercera del primer acto de la ópera, alternado con el coro. Lo escucharemos incluyendo la introducción orquestal, no utilizada en la forma definitiva del Himno:


En general esta ópera gozó de bastante éxito en vida del compositor, con varias reposiciones en las que su autor aprovechó para efectuar retoques. Actualmente la obra es una rareza. Consultando www.operabase.com (una útil fuente dónde están reseñados todos los teatros con temporada de ópera estable y gran variedad de estadísticas de títulos, compositores y elencos), en el periodo 2005-2010 se interpretó en cinco ocasiones (entendiendo por cada una un teatro y un grupo de fechas determinado, pudiendo ser una o varias funciones). El 2013 fue especialmente beneficioso para la obra, pues pudo escucharse en cuatro lugares: Burdeos, Versalles, Budapest y Glyndebourne, si bien sólo en este último Festival pudo verse representada, ya que en las otras tres ciudades fue en versión concierto. En 2014 no figura ninguna interpretación.

JOSEPH NOYON Y EL HYMNE À LA NUIT

Joseph Noyon
Joseph Noyon es un músico francés especializado en composiciones religiosas nacido en Cherburgo en 1888. Inició sus estudios musicales de órgano y música sacra adscrito a la Basílica de la Trinidad de su ciudad natal. En 1904 marchó a la Escuela Niedermeyer de París y en 1914 ganó el Grand Prix de Roma. A lo largo de su carrera desempeñó el puesto de Maestro de Capilla en varias iglesias francesas y fue director del Coro de la Radiodifusión francesa. En su haber tiene más de 400 obras, la mayoría sacras. Entre ellas, por su repercusión institucional, merecen destacarse las que el Carmelo le encargó para la canonización de Santa Teresa de Lisieux, Doctora de la Iglesia, y la Cantata en honor de San Juan Bautista de la Salle.

Su Hymne à la Nuit supone una transformación radical respecto del original: utiliza la melodía principal, pero con un tempo mucho más reposado y suprimiendo el ritmo sincopado, se armoniza a cuatro voces mixtas a capella y se estructura en estrofas con un solo en la sección central, encomendada a una voz aguda (bien femenina -soprano-, bien masculina -tenor-, encontrando una u otra opción indistintamente). La letra fue totalmente cambiada en intención y contenido, obra de Édouard Sciortino. Su labor da como resultado lo siguiente (debajo está la letra traducida):

 
FRANCÉS
ESPAÑOL

Ô Nuit ! Viens apporter à la terre
Le calme enchantement de ton mystère.
L'ombre qui t'escorte est si douce,
Si doux est le concert de tes voix
chantant l'espérance,
Si grand est ton pouvoir transformant tout
en rêve heureux.

Ô Nuit ! Ô laisse encore à la terre
Le calme enchantement de ton mystère.
L'ombre qui t'escorte est si douce,
Est-il une beauté aussi belle que le rêve?
Est-il de vérité plus douce que l'espérance?


¡O Noche! Vienes a traer a la tierra
el tranquilo encanto de tu misterio.
La sombra que te acompaña es tan dulce,
tan dulce es el concierto de tus voces 
cantando la esperanza,
tan grande es tu poder transformándolo todo en sueño feliz.

¡O Noche! Deja otra vez en la tierra
el tranquilo encanto de tu misterio.
La sombra que te acompaña es tan dulce,
¿Es una belleza tan bonita como el sueño?
¿Es verdaderamente más dulce que la esperanza?

ESPERANZA, CHICOS DEL CORO, ESCOLANÍAS...

En esta sección final hablaremos un poco de todo. De lo que el compositor-arreglista y el autor del poema quisieron transmitir, algunas coincidencias (casuales o deliberadas) entre la obra y la película y de las escolanías (coros de niños) y cómo funcionan y qué hay de realista y qué hay de imaginación en la película. También hablaremos de algunas curiosidades musicales de la película.
Mientras seguimos leyendo, vamos a escuchar otra versión: las cuatro voces mixtas, pero con un solo cantante por voz. El resultado es muy interesante, al ganar en transparencia:


¿POR QUÉ LA NUIT?

No he podido encontrar el dato de si incluir la Nuit en la película se le ocurrió a Barratier, al tener conocimientos musicales, o a Coulais. Dado que a Coulais le fue encomendado componer la banda sonora, es poco probable que decidiera introducir una obra que no sólo no era de su propia cosecha, sino de una belleza especial que facilmente podía competir con su propio trabajo. Al final la obra se integra plenamente en el trabajo de Coulais, o mejor debieramos decir que el trabajo de Coulais consigue tener la calidad suficiente como para encajar con la Nuit (lo cual es decir mucho), pero decidir incluirla en la película antes de que Coulais compusiera las demás piezas suponía dejar el listón muy alto.

Más allá de la unidad de estilo que tiene toda la banda sonora, la Nuit tiene una significación especial como canto a la esperanza, la esperanza de unos chicos que están en el fondo del estanque, que lo tienen muy difícil no sólo por su situación actual, en ese 1949 que arrastra las consecuencias personales de la II Guerra Mundial, sino porque nadie cree en ellos. Hasta que llega Mathieu y se empeña en sacar de ellos un canto, alegoría del sacar de ellos lo mejor de sí mismo.

El hecho de tener un solo en la sección central resulta también apropiado para resaltar la historia de Pierre Morange, el chico aventajado con tópico de rebeldía incluido, y al que, tras cierta soberbia, Mathieu decide suprimirle el solo diciendo "sólo es un solo".

¿UN PARALELISMO ENTRE JOSEPH NOYON Y CLÉMENT MATHIEU?

Noyon fue un compositor y organista que se fue forjando poco a poco, con un gran número de pequeños trabajos, fundamentalmente de música religiosa para coro y alejado de cualquier tipo de estrellato fácil. Si recordamos la película, cuando llega Mathieu los chicos le fisgan sus pertenecias y encuentran una carpeta con partituras, saliendo entre ellas diversas composiciones sacras.

¿ES TAN FÁCIL DIRIGIR UNA ESCOLANÍA?

Cuando Nikolaus Harnoncourt y Gustav Leondhart iniciaron la tarea en 1971 de grabar todas las cantatas religiosas de Bach codo con codo con criterios historicistas, decidieron emplear niños para las voces agudas en lugar de mujeres, buscando recuperar lo más posible la sonoridad original. Terminado el proyecto en 1990, la tarea había resultado una odisea, no sólo por la gran cantidad de obras, sino también por diversas cuestiones técnicas, entre ellas los niños. Las escolanías tienen una tradición que se remonta a la Baja Edad Media, pero las necesidades musicales de los siglos XIX y XX motivaron una progresiva reducción, surgiendo otras nuevas en las últimas décadas del siglo XX debido al auge del movimiento historicista y a que coros prestigiosos las han fundado como filiales, obteniendo una cantera profesionalizada. Y no es una tarea nada fácil. Aunque se dice que los niños son como esponjas, el oído es algo que se va madurando, como también la comprensión musical. La voz infantil tiene una duración muy limitada, lo que motiva una continua renovación de la plantilla que poco favorece la estabilidad. Además, si la voz hay que cuidarla, mucho más la de un niño, por cuanto está en crecimiento. En España, buena parte de nuestras catedrales cuentan con escolanía, algunas con gran tradición histórica, otras más recientes y otras en proyecto. Para conocer su funcionamiento, repasaremos tres típicas de gran prestigio.

Los Seises de la Catedral de Toledo.
La formación de este tipo más antigua en España es la Escolanía de la Catedral de Toledo, que se remonta al siglo XII, popularmente conocida como Los Seises. Los escolanos vivían en la Catedral, hasta que en 1552 se funda el Colegio de Nuestra Señora de Infantes, institución que hasta hoy se ocupa de la educación de los niños. Al frente de la instritución educativa se encuentra el propio Arzobispo, que ostenta la categoría de Rector, con un Vicerrector que se ocupa de la dirección diaría y un Maestro de Música. El actual es Ángel José Redondo. Hoy el régimen del colegio es abierto y, además de los escolanos, cualquier niño puede ser matriculado en él. Para descargar de trabajo a los chavales, hay dos escolanías de cincuenta niños cada una, que atienden los oficios en la Catedral y el programa de conciertos con arreglo a una distribución por semanas.

S. M. Felipe VI se hace una foto con los escolanos
del Monasterio de San Lorenzo del Escorial.
Con un prestigio sólido, la Escolanía del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial fue fundada por Felipe II en 1567. Actualmente mantiene un alto nivel, con importantes pruebas selectivas y cincuenta plazas. Sus integrantes tienen de 9 a 15 años y están internos en el Monasterio, aunque las clases ordinarias las reciben en el Colegio Alfonso XII de la localidad (recibiendo por ello beca). Su formación incluye piano, lenguaje musical e Historia de la Música. El director actual es el Padre José María Herranz.

La Escolanía de la Basílica del Valle de los Caídos fue fundada en 1958 y mantiene una sólida formación musical. La componen cincuenta niños de 9 a 14 años, internos en la Abadía Benedictina. Además de la formación académica y de la coral, han de estudiar uno o dos instrumentos y música de cámara. Es la
Escolanía de la Basílica del Valle de los Caídos.
única escolanía de España que canta gregoriano todos los días del curso académico, además de la polifonía habitual. La dirección de la formación está unida al cargo de Maestro de Capilla y en la actualidad la ostenta el Padre Pedro Alberto Sánchez. Es la agrupación española de este tipo que más giras ha realizado por el extranjero y un mayor número de discos ha grabado (más de treinta). En 2013 se fundó la agrupación Nova Schola, que acoge cantores de 15 a 17 años procedentes de la Escolanía y a cuyo frente se encuentra el Padre Juan Pablo Rubio. En tan breve trayectoria aún le falta ganarse el prestigio.

Vistos estos ejemplos es fácil deducir que no es nada fácil dirigir una escolanía y que requiere mucho trabajo por parte de quien toma las riendas y buenas capacidades por parte del escolano. El cine es otra película.

¿CÓMO SELECCIONARON A LOS CHICOS DEL CORO?

Los Pequeños Cantores de San Marcos.
Cuando se inició el proyecto, la productora anunció que buscaba una escolanía para la película. La mayoría de escolanías de Francia concurrieron a la prueba y la elegida fueron los Pequeños Cantores de San Marcos de Lyon, una escolanía fundada en 1986 por Nicolás Porte y que desde 1995 está adscrita a la Basílica de Nuestra Señora de Fourvière.

Se trata de una escolanía mixta (las anteriores son masculinas), compuesta por entre 75 y 80 niños de 10 a 15 años. Todos están escolarizados en el Colegio San Marcos de la Lyon.

Basílica de Nuestra Señora de Fourvière (Lyon).
Los niños que actúan en la película son todos actores, doblados en las canciones por la Escolanía, salvo el solista que interpreta el papel de Pierre Morange, que es Jean-Pierre Maunier. Poseedor de una voz sobresaliente, heredada de su padre (quien fue escolano de los Pequeños Cantores de San Rafael), pasó a la tesitura de tenor, si bien actualmente se encuentra más centrado en su carrera como actor. Antes de que le cambiara la voz, grabó el Concierto para voz del compositor Christian Saint-Preux (París, 1950), con la particularidad de que el propio compositor lo arregló para dos voces, cantándolo con la hija de éste, Clémence Saint-Preux, dos años mayor que nuestro cantante.

La película supuso la difusión internacional de los Cantores, los cuales se han convertido, por sus discos y sus giras regulares, en una de las escolanías más populares a nivel mundial. Su página web es www.lespetitschanteurs.com.