domingo, 8 de marzo de 2015

Tocata y fuga en re menor "Dórica" de Bach

Paradigma del hombre del Barroco, de Bach ya escuchamos la Cantata nº 140 meses atrás, pero aún no habíamos explorado su gran pasión: el órgano. Sus Tocatas y fugas, máximos exponentes en el género, han gozado de una gran popularidad, asociadas a lo oscuro y tenebroso por su monumentalidad sobrecogedora. Dos de ellas están escritas en la tonalidad de re menor. Una, la BWV 565 es la que resuena en el imaginario colectivo. Otra, la BWV 538, Dórica, es la que escucharemos.

La crucifixión. Fernando Gallego (anterior a 1495).
Tablas de Arcenillas.
Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción,
Arcenillas (Zamora).
FICHA TÉCNICA

Obra: Tocata y fuga en re menor "Dórica", BWV 538.
Compositor: Johann Sebastian Bach (Eisenach, Turingia, 1685 - Leipzig, Sajonia, 1750).
Año de composición: ¿1708-1710?.
Estreno: ¿En 1710, en Weimar?.
Duración: 12 minutos, aprox.
Discografía propuesta: Ton Koopman al órgano de la Gran Iglesia de Maassluis, Países Bajos, junio de 1983 (Archiv).













BACH Y EL ÓRGANO

Cuando escuchamos la Cantata nº 140 ya hablamos de la amplísima obra de Bach, el cual había abarcado todos los géneros musicales de la época, salvo la ópera. Y si su producción de cantatas constituye un baluarte de enormes proporciones, fue el órgano la gran pasión de nuestro compositor. Un órgano que siempre estuvo en sus aspiraciones y del que fue un genio no siempre reconocido: tras acabar exitosamente sus estudios en la Escuela de San Miguel de Luneburgo, fue rechazado para el puesto de organista en Sangerhausen. Cambió radicalmente de ambiente y se trasladó a Weimar, al servicio del duque Juan Ernesto III. En el otoño de 1705 hizo a pie el recorrido de 250 kilómetros que separan Arnstadt de Lübeck para escuchar a Dietrich Buxtehude, el organista de la Iglesia de Santa María  de esta ciudad. Tardó diez días y la experiencia debió suponer para el entonces joven compositor toda una revelación.

Grabado que representa la ciudad de Weimar en la época de Bach.
Regresó a Weimar en 1708 como organista de corte, y es en este periodo en el que ubicamos la obra de esta semana. Hay que decir que nuestro compositor abandonó la ciudad con decepción cuando, en 1718, le fue denegado el puesto de Maestro de Capilla. Su órgano era el de la iglesia del castillo, un templo que hoy no podemos conocer más que por las pinturas y grabados, pues pereció en un incendio el 6 de mayo de 1774. Algo similar ocurre a la casa donde vivió en estos años con su mujer María Bárbara y sus hijos: transformada en hotel en el siglo XIX, fue destruida en la II Guerra Mundial.

Retrato de Bach realizado en 1715.

Siendo el periodo más fecundo en lo que respecta a la obra para órgano, nuestro compositor no se preocupó en ordenarla, como sí hizo en Köthen, su siguiente ciudad, con respecto a la obra instrumental y para clave. El catálogo de la obra de Bach que en 1950 elaboró Wolfgang Schmieder, y que se conoce por las siglas BWV (Bach Werke Verzeichnis), ordena las obras por géneros, y dentro de cada género, por diversos criterios. Si la primera gran sección se dedica a la música vocal (cantatas, motetes...), la segunda se ocupa de la música para órgano.

Habitualmente la producción para órgano se ha dividido en corales y otras obras. Los primeros son transcripciones para órgano de estas partes de las cantatas (pasaje breve y sencillo que puede ser cantado en su voz principal por toda la asamblea, y que en las transcripciones para órgano aparece adornado). El resto de obras para órgano pueden ser triosonatas, pasacaglias, fugas, fantasías... Los números del 531 al 566 del citado catálogo BWV agrupan los preludios, tocatas, fantasías, adagios y fugas, encontrándonos con un tipo de obra que Bach llama "tocata y fuga".

TOCATA Y FUGA

La iglesia del castillo de Weimar,
en una pintura de 1660. El órgano
puede verse en la parte superior,
lo que le daba una particular
sonoridad.
Este tipo de obras supone la sucesión consecutiva de dos tipos de formas musicales, presentadas como una única obra. La tocata en tiempos de nuestro compositor se presentaba como un pasaje más o menos largo de carácter improvisatorio y cierto virtuosismo. Su finalidad más usual era acompañar determinados tiempos del oficio religioso, como la entrada o la salida.

La fuga es una pieza musical de estilo imitativo y de construcción muy compleja. Gira en torno a una idea musical que recibe el nombre de tema o sujeto, que se contrapone a la respuesta, sobre la cual la primera voz introduce otro motivo, basado o no en el tema, y que se llama contratema o contrasujeto. Las combinaciones pueden ser múltiples, hablando de fuga a dos, tres, cuatro voces, etc. Aunque el género está muy asentado en el academicismo, compositores como Bach lo dotaron de unas posibilidades aparentemente impropias de un esquema tan rígido, como por ejemplo cambiando el tema en los contrasujetos. En cualquier caso, el juego entre sujeto y respuesta es muy fácil de distinguir por cualquier oído, sea o no experto en música.

Este sistema genera una compleja tensión, que puede mantenerse más o menos tiempo según la brillantez del compositor, y que en el caso de Bach, no tiene comparación. El compositor y organista Dietrich Buxtehude, a quien había ido a escuchar a Lübeck, compuso fugas, si bien una parte importante de su producción no ha llegado hasta nuestros días y su estilo es más académico y menos imaginativo que el de nuestro compositor.

Hay que tener también en cuenta las posibilidades tímbricas que ofrece el órgano. Las partituras de nuestro compositor no tienen indicaciones muy precisas de los registros sonoros a utilizar, pero es conocido que tenía una gran imaginación a la hora de utilizarlos. Así, su hijo Carl Philipp Emmanuel decía en 1774: Los organistas se alamarban a menudo por la especial manera que tenía de elegir los registros, al hacer la prueba de sus órganos. Pensaban que de aquella manera no sonoría como habían previsto, pero enseguida tenían la oportunidad de escuchar un efecto que los dejaba sorprendidos.

LA TOCATA Y FUGA DÓRICA
 
Inicio de la Tocata y fuga Dórica.

Entre las obras de Bach para órgano destacan las dos Tocata y fuga en re menor. Una, muy afamada y conocida por todos y otra algo menos, pero de similar estilo y escrita después (aunque esta que nos ocupa tenga un número de catálogo más bajo). La fecha de su composición es distudia, e incluso el lugar. Aunque generalmente se señalan los primeros años de estancia en Weimar, entre 1708 y 1710, hay quien lo extiende a años después, incluso con la posibilidad de que esta obra hubiera sido terminada o retocada en el periodo de Köthen, es decir, posterior a 1717.
 
Sabemos que el propio compositor interpretó su obra con motivo de la reconstrucción del órgano de la Iglesia de San Martín de Kassel, en septiembre de 1732, pero desde luego la obra debía haber sido estrenada años atrás. La pieza se publicó por primera vez en 1867.

El nombre de Dórica proviene del hecho de que emplea la escala dórica, es decir, evitando la alteración del si bemol, aunque como ocurre en la mayoría de sobrenombres, no le fue dado por el compositor, en este caso probablemente para distinguirla de la famosa Tocata y fuga en re menor BWV 565.

Ton Koopman.
La interpretación escogida es la de Ton Koopman. La obra para órgano de Bach es una parcela de dificultad extrema a la que pocos pueden aspirar, pero entre ellos han brillado varios organistas indiscutibles, cada uno con su estilo particular. Entre las ocupaciones musicales, quizás la de organista sea la que exija el tener una mente más preclara y dominio de la teoría musical en sus aspectos más académicos. El organista es una persona que se organiza él solo, rara vez toca con orquesta y su actividad se circunscribe a los oficios religiosos en iglesias y catedrales, donde por razones de su instrumento es donde da también los conciertos. Constituyen una especie de cuerpo de elite musical, cuya sólida técnica exige previamente dominar la teoría musical y la armonía a la perfección, disciplinas muy arduas. Las pruebas de selección para ocupar plazas de organista cuentan con ejercicios de improvisación sobre un determinado motivo, lo que le exige dominio total de la armonía. Su estudio se centra en cuestiones determinadas, no es un músico que pudiéramos considerar como generalista, pero dentro de las mismas, no tiene rival. Para el que no esté familiarizado con el órgano, dos datos muy concretos: una partitura de órgano tiene tres pentagramas (mano derecha, mano izquierda y pedalero, que puede tener hasta 32 notas y que se maneja con los pies).

Entre los grandes intérpretes de Bach destaca Helmut Walcha (1907-1991), quien se quedó ciego a los diecinueve años y grabó toda la obra para órgano de nuestro compositor dos veces con una nitidez y claridad de ideas pasmosa, probablemente debido a que al no tener el sentido de la vista, su sensibilidad auditiva era mayor. Dicen que su mujer se ocupaba de tocarle cada uno de los motivos de las partituras y que los iba memorizando. Si hablamos de fugas a varias voces, implica una mente privilegiada, la cual contenía toda la obra para órgano de nuestro compositor, lo cual no es poco. Era amante del preciosisimo sonoro, probablemente sus grabaciones son las que cuentas con órganos de más bella sonoridad.

Karl Richter (1926-1981) fue un experto induscutiblemente en la obra de nuestro compositor, tanto en el órgano como en las cantatas y en general en la obra coral, y también de orquesta. Sus interpretaciones eran sobrias y con fidelidad a la partitura, evitando adornos y con órganos de tamaño medio, evitando el monumentalismo innecesario.

Marie Clarie Alain (1926-2013) fue la primera mujer organista en el panorama internacional. Destacó por sus interpretaciones de la obra de nuestro compositor, la cual grabó completa en tres ocasiones. No era alemana, sino francesa, lo que también es una curiosidad. Sus interpretaciones son nítidas y equilibradas, no dada al descontrol sonoro. Es la organista que mayor número de discos ha grabado, sesenta en total.

Órgano de la Gra Iglesia de Maassluis (Países Bajos),
en el que está interpretado el registro elegido
de la Tocata y fuga Dórica.
Ton Koopman (n. 1944), a quien vamos a escuchar, es un organista holandés que se ha desempeñado también como clavecinista y director de orquesta, además de sus estudios de Musicología. Sus interpretaciones están caracterizadas por el rigor histórico y académico, buscando retornar a la tradición del Barroco evitando influjos románticos, lo que incluye recuperar los adornos y ademanes virtuosísticos, paralos que tiene gran facilidad. Sus grabaciones están hechas en órganos que fueron construidos en época de nuestro compositor. El registro escogido, grabado en el órgano de la Gran Iglesia de Maassluis (Países Bajos), fue construido por Rudolf Garrels entre 1730 y 1732. El sonido del instrumento es bellísimo, a la par que la interpretación es arrolladora y no decae en ningún momento. Vayamos con ella.


La Tocata es ejemplo del llamado perpetuum mobile, el movimiento perpetuo de un pequeño motivo que suena aquí y allá y a partir del cual se genera toda la obra.

La Fuga comienza en el 5:11. El derroche sonoro es menor y sus contrastes muestran un influjo italiano. Cuenta con 222 compases y es de las más largas del compositor, la mayor parte de los mismos dedicados al desarrollo de los temas que se han expuesto en la sección inicial. En la exposición escuchamos en cuatro ocasiones el sujeto, de siete compases y con ritmo sincopado, junto con dos contrasujetos. En el desarrollo, nuestro compositor emplea la forma de canon en algunos pasajes.

ANÉCDOTAS

PARA TRABAJAR BIEN HAY QUE TENER EL MATERIAL EN ORDEN

Se dice que Bach compuso para un tipo de órgano muy concreto, el órgano sajón, creación de su contemporáneo Gottfried Silbermann (1683-1753), a quien nuestro compositor conoció y con el que tuvo estrecha amistad, llegando incluso a trabajar codo con codo respecto a las posibilidades de los instrumentos.

Silbermann construyó 46 órganos y su éxito radicó en aunar dos estilos de construcción de órgano: el francés y el italiano, dando lugar a un órgano con una sonoridad potente pero a la vez mucho más brillante y ligera. Los compositores de la época llamaban a esta cualidad Silberklang ("sonido de plata"). El propio Mozart, quien escribió poco para órgano (pero de una calidad importante), alabó este tipo de órgano.
 
Actualmente el órgano más famoso de Silbermann es el de la Catedral de Estrasburgo. La fachada tiene como "dos órganos": uno grande y otro de pequeñas dimensiones superpuesto, como si de un hijo se tratase. Los tubos de esta especie de segundo órgano corresponden normalmente al positivo, es decir, al primero de los teclados y es habitual en la estética de la época, tratándose todo ello de un único órgano.
 
Órgano Silbermann de la Catedral de Estrasburgo.


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