domingo, 28 de diciembre de 2014

El murciélago de Johann Strauss

Última semana del año, al que ponemos fin y a la vez recibimos el 2015 con la opereta El Murciélago de Johann Strauss, cuya obertura es habitual escucharse en el Concierto de Año Nuevo de la Orquesta Filarmónica de Viena. Obra desenfadada en el más puro estilo de comedia de enredo, nos ofrece los tópicos de la sociedad burguesa de mediados del siglo XIX.

Fiesta en la Corte de Francisco José
FICHA TÉCNICA

Obra: Die Fledermaus ("El murciélago").
Autor: Johann Strauss (Saint Ulrich, Imperio Austrohúngaro, 1825 - Viena, 1899).
Año de composición: 1874.
Estreno: El propio compositor en el Teatro an der Wien de Viena el 5 de abril de 1874.
Duración: 2 horas y media, aprox.
Discografía propuesta: Carlos Kleiber dirigiendo a la Orquesta y Coro de la Ópera Estatal de Baviera. Reparto: Hermann Prey (Gabriel), Julia Varady (Rosalinda), René Kollo (Alfred), Bend Weikl (Falke), 1975 (Deustche Grammophon).

DEL VALS A LA OPERETA


Estatua de Strauss en Viena.
Johann Strauss es conocido como el mayor compositor de valses y polkas en la Viena de mediados del siglo XIX. Conocido en los ambientes burgueses de la época, gozó de una enorme popularidad. Mientras tanto, en París, Jacques Offenbach desempeñaba un papel similar pero con la opereta, obras ligeras, de argumentos sarcásticos y desenfadas. Pero Viena era una ciudad de constumbres tradicionales y bastante seria. Y eso lo sabía muy bien Straus, quien no accedía a componer operetas, pues los valses, polkas y marches le daban enorme popularidad sin arriesgarse en otros géneros.

Con motivo de un baile organización por la Asociación de Prenda, se encargó a Strauss y Offenbach sendos valses. El del primero llevaba por título Diario de la mañana, mientras que el del segundo Diario de la noche. La obra de Strauss fue escuchada con respeto, pero con cierta indiferencia. La de Offenbach despertó tal entusiasmo que se repitió nueve veces.

Este golpe en su género por excelencia no le hizo convencerse de probar a componer una opereta. Franz von Suppé ya las escribía en Viena, y los títulos de algunas de ellas le inspiraban cierta desconfianza a su personalidad elegante: La cura por el champán, Rico en dinero y pobre en sueño, Lo necios que son los reaccionarios o Judas en franc. La tradición dice que el compositor se animó a componer una opereta cuando su esposa, Jetty le llevó al teatro medio engañado a ver una opereta en la que se habían utilizado melodías de sus valses (parece ser que su mujer había estado cogiendo los originales y pasándoselos al director del teatro, todo ello para conseguir que nuestro compositor se animara con el género).

Y llegó El murciélago. El libreto se debe a Carl Haffner y Richard Genée, que se basaron en una comedia alemana titulada Das Gefängnis (La prisión), que a su vez se basaba en el texto para una opereta debida a Henry Meilhac y Ludovic Halévy. Vamos con la obra.

EL MURCIÉLAGO


Cartel del estreno
La obra tiene todos los tópicos de la época llevados al extremo, vigentes incluso en la actualidad, y que en la época debieron de resultar bastante desenfadados. Considerando que esta opereta se ha considerado la obra por excelencia del género de la opereta vienesa, algo parecido a La verbena de la Paloma en la zarzuela española, podemos observar cómo Strauss sigue pensando en la burguersía y no en las clases populares. Un abogado y un notario como protagonistas, ambos de vida acomodada, fiesta despreocupada en casa de un noble, escarceos amorosos... Nada más lejos de la popular Verbena con los chulapos madrileños. Pero no por ello menos divertida.

Comenzaremos con los personajes:
  • Gabriel von Einsenstein, abogado, tenor o barítono.
  • Rosalinda, su esposa, soprano.
  • Adela, criada en casa de Gabriel y de Rosalinda, soprano.
  • Ida, hermana de Adela, soprano.
  • Alfredo, cantante enamorado de Rosalinda, tenor.
  • Falke, notario amigo de Gabriel, barítono.
  • Blind, abogado de Gabriel, tenor.
  • Frank, alcaide de la prisión, barítono.
  • Príncipe Orlofsky, noble ruso, contratenor.
  • Iván, paje del príncipe, papel hablado.
  • Frosch, carcelero, papel hablado.
Coro formado por bailarinas, invitados, camareros y policías.

La acción transcurre en Viena, en 1870. Escuchemos la Obertura, pieza muy famosa y que va desgranando todos los temas de la ópereta:



ACTO PRIMERO
Casa de Gabriel y Rosalinda, en las afueras de Viena, a media tarde.

Gabriel y Rosalinda llevan casados un año y llevan una vida desahogada en su acogedora casa.

Nada más levantarse el telón escuchamos una serenata amorosa fuera de escena. Se trata de Alfredo y la destinataria es Rosalinda. Aparece Adela, la criada de la casa. Está leyendo una carta que le ha escrito su hermana Ida, que es bailarina. Va a actuar en la fiesta que ofrece el Príncipe Orlofsky en su mansión, por lo que le sugiere en la carta que se cuele con un vestido de su ama. Adela, muy contenta, se apresura a inventar una excusa para que le den la noche libre. Busca a su ama y le cuenta que su tía está muy enferma, pero Rosalinda se niega a darle la noche libre: su marido, Gabriel, tiene que ingresar en prisión por unas injurias que ha cometido contra un Juez con el que se pasó verbalmente al llamarle "viejo perro ciego". Es una condena de cinco días, pero ella se va a quedar sola y necesita tener a alguien en casa.

En ese momento se vuelve a escuchar la voz de Alfredo fuera de escena. A vuelto a entonar su serenata y, con la criada presente, Rosalinda no puede por menos de ruborizarse. En ese momento Alfredo ha conseguido alcanzar el balcón y entra en el salón. Ella, inquieta, le pregunta que cómo ha llegado hasta aquí, a lo que él le contesta que "en las alas del viento vengo, como Romeo de Verona". Rosalinda, tajante, le dice que a su marido no le gusta que hombres desconocidos se deslicen por el alféizar de la ventana a lo que Alfredo le suelta que su marido la ha arrebatado de sus brazos. Se pone a entonar La traviata de Verdi, a lo que Rosalinda le corta. Alfredo sube de tono la conversación y le recuerda dónde va a ir su marido: "¡Tiempo en prisión! ¡Cinco días horribes! ¡Y cinco noches gloriosas!". Rosalinda consigue hacer marchar a Alfredo antes de que llegue su marido.

Gabriel entra en el salón. Le acompaña el señor Blind, su abogado, quien intenta excusarse de lo mal que ha ido el recurso. Lejos de quedar absuelto, Gabriel ha visto incrementada su pena de cinco a ocho días en prisión. El matrimonio se dice palabras de consuelo y expresan lo mucho que se echarán de menos de forma bastante empalagosa. Gabriel sale para preparar las cosas, pues marchará en una hora para la prisión.

Rosalinda se queda en el salón. Entra Adela, quien anuncia al señor Falke, notario de Munich y amigo de toda la vida del matrimonio. Falke hace su aparición sarcástico: "¡He oído la divertida... terrible noticia!". Entra de nuevo Gabriel, quien se sorprende de la visita de su amigo. Ambos recuerdan una jugarreta que Gabriel le hizo a Falke tiempo atrás: acudieron a una fiesta de disfraces, el primero de mariposa y el segundo de murciélago, se pasaron con el champán y Gabriel, en lugar de llevar a Falke a su casa, le dejó durmiendo frente al Juzgado. La prensa se hizo eco del suceso: un joven abogado, por aquél entonces, dormido tras una noche de juerga, tirado en la calle, dándole mala reputación. Pero ahora Falke es notario en Munich y es persona de respetar, si bien dice las cosas a las clara, pues le espera a Rosalinda: "¡Hombre inteligente vuestro marido! Y acabo de enterarme de que, al apelar, han añadido tres días a su sentencia. ¡Qué gran logro! ¡Debéis de estar muy orgullosa de él!". Ella no le entra al trapo y deja a los dos amigos solos.

Falke le cuenta a Gabriel el propósito de su visita: ha venido a Viena a la fiesta que da el Príncipe Orlofsky y le propone que le acompañe, entrando en prisión a la mañana siguiente y no esa misma noche ("Ven conmigo. Una última juerga, antes de ir a la cárcel", mientras le habla de champán, música y jovencitas). A Gabriel le parece buen plan, pero no cree conveniente que Rosalinda se entere. Para evitar cualquier comentario en la ciudad, acudirá a la fiesta con una falsa identidad, la del Marqués Renard.

Entretanto, Alfredo vuelve a dar la serenata, y parece que Rosalinda no se resiste, con lo que le dice a Adela que se tome la noche libre. Gabriel baja al salón dispuesto a, supuestamente, ingresar en prisión, si bien demasiado elegantemente vestido ("Hoy en día, muchas cenas de negocios tienen lugar en la cárcel", se excusa Gabriel). Rosalinda se empeña en acompañarle, pero le disuada Falke diciendo que ya lo hace él. Mientras salen, Falke, astutamente, le ha dejado una carta a Rosalinda.
Rosalinda abre la carta y ve que es una breve nota de Falke en los siguientes términos: "Haced lo que os digo y os enteraréis de a dónde va vuestro fiel esposo cuando se supone que debería hallarse a buen resguardo en la cárcel. Baile... Teatro Imperial... Orlofsky". Rosalinda no sabe que hacer, por lo pronto exclama que no volverá a confiar en un hombre mientras viva.
Alfredo ha visto que Gabriel ha marchado, por lo que entra en casa tan campante y le espeta a Rosalinda que tienen todo el tiempo del mundo "por el querido señor Einsenstein, quien, durante cinco noches, me permite representar la sua parte". Rosalinda le responde que vayan juntos a una fiesta y que suba arriba a ponerse algo de su marido. Alfredo está tan contento, eufórico en exceso. Entra de nuevo con una bata de Gabriel mientras dice "una noche en casa con mi esposa", a lo que Rosalinda le advierte que ella no es su esposa. Mordaz, Alfredo replica que esta noche lo es.
 
Ambos comienzan a beber hasta que llaman a la puerta (recordemos que Adela, la criada, se ha marchado y ambos están solos en casa). El que ha llamado es Frank, alcaide de la prisión. Tratándose de un condenado distinguido, se ofrece a escoltar de buen grado a Gabriel. Rosalinda, tardando un poco en reaccionar, le intenta explicar que su marido ha marchado ya, pero Alfredo se ha pasado bebiendo y sus comentarios descarados hacia Rosalinda hacen suponer a Frank que se trata de Gabriel. Alfredo no está precisamente sobrio, no entiende muy bien de qué va el asunto y Frank cree que hay algo raro, por lo que le pregunta a Rosalinda si el hombre con el que ésta es su marido. Ésta, que no sabe salir del aprieto, le dice que sí, con lo que los policías se llevan a Alfredo, afectado por la bebida, quien no colabora. Veamos este final desde la entrada de Frank:




ACTO SEGUNDO
Fiesta del Príncipe Orlofsky.
Para no liarnos, recordar que a esta fiesta ha acudido Adela, la criada, a quien ha colado su hermana, y también Gabriel y Falke. La fiesta está muy concurrida. Aparece el Príncipe Orlofsky, noble ruso amanerado. En seguida saluda a Falke, quien no quita ojo a todo lo que ocurre en la fiesta.

Adela acaba de llegar. Su hermana Ida es bailarina en el espectáculo y va a buscarla. Pero cuando la encuentra, Ida le dice que ella no le ha escrito ninguna carta, que debe tratarse de una broma (en realidad ha sido Falke quien ha escrito la carta), pero que dado que ha entrado y que le ha tomado prestado el vestido a su ama, que se quede y se haga pasar por una bailarina, adoptando el nombre de Olga. Es en ese momento cuando ve que su amo, Gabriel, está en la fiesta. Por un lado, le parece una sinvergonzonería, por otro, tiene que ocultar su identidad, pues supuestamente está cuidando a su tia enferma. Pero Gabriel enseguida reconoce el vestido de su mujer y le parece ver a su criada y va a pedir explicaciones. Ida ha ocultado bien la identidad de su hermana, y cuando asevera que se llama Olga y que no es criada sino bailarina, Gabriel piensa que le ha traicionado la vista.

Quien también ha ido a la fiesta es el alcaide de la prisión, Frank. Gabriel no sabe quién es, mientras que Frank sólo sabía que ingresaba un señor Einsenstein, al cual ya ha llevado al cabalozo. Conversan amigablemente, Gabriel identificándose como el Marqués Renard.

Finalmente, hace su entrada Rosalinda, llevando una máscara para ocultar su identidad. En seguida ve a Falke, quien le muestra a su marido coceteando con Adela, pues realmente cree que se trata de una bailarina llamada Olga. Rosalinda va detrás de su marido, enmascarada, y se hace pasar por una condesa húngara. Gabriel saca sus dotes de seductor y le muestra un reloj de repetición con el que ella se queda. Vamos a ver la escena en que Rosalinda, enmascarada, canta una canción húngara, supuestamente de su tierra, para seducir a Gabriel:




La noche ha avanzado. Suenan las seis en un reloj. Gabriel marcha dispuesto a ingresar en prisión a primera hora, mientras que Frank, el alcaide, que al día siguiente tiene que trabajar, también hace lo propio. Ambos salen juntos tambaleándose por la bebida.


ACTO TERCERO
Despacho de Frank, en la cárcel.

A primera hora de la mañana, Frosch, el carcelero, hace balance de la noche. Ha tenido en calabozo a uno que no ha dejado de cantar toda la noche, Alfredo. Llega Frank, que tras la fiesta a duras penas puede andar sin tambalearse.
Llega Gabriel. El alcaide reconoce en él al Marqués Renard, mientras que Gabriel se acuerde del invitado de la pasada noche. Ninguno sabe de la identidad del otro. Cuando Gabriel revela su verdadera identidad y Frank le indica que Einsenstein ingresó en prisión la noche antes, Gabriel queda desconcertado. Frank le cuenta con detalle cómo fue a su domicilio la noche anterior, se encontró con su mujer, en compañía de un hombre en bata... Gabriel no sale de su asombro.

Se abre la puerta y aparece Blind, el abogado de Gabriel. Blind le indica que ha sido requerido por éste (en realidad por el supuesto señor Einsenstein). Gabriel le cuenta la historia y le dice que él asistirá al supuesto señor Einsenstein y así podrá averiguar quien es el amante de su mujer. Entra en el despacho Alfredo, procedente de la celda. Alfredo conoce al marido de Rosalinda y no sabe muy bien cómo actuar cuando le tiene enfrente. Gabriel hace como si no supiera de qué va el asunto y comienza con preguntas rutinarias, hasta que hierve de rabia y le espeta todo a Alfredo. Entra Rosalinda y acusa a su mujer de infidelida, pero ésta le responde que le va a decir la hora en que viven, sacando el reloj que ella, disfrazada de condesa húngara,s e había quedado la noche antes, con lo que la historia de la fiesta queda también destapada.

Aparece Falke. El alcaide, con guasa, le pregunta si acude a la prisión por "algún delito deligado, limpio y respetable", propio de su condición de notario, como desfalco o fraude. También ha llegado Adela, la criada, con su hermana Ida, para curiosear.

Gabriel se disculpa por el engaño y su comportamiento en la fiesta, echándole la culpa al champán. Rosalinda también se disculpa por su comportamiento en casa con Alfredo, donde también habían bebido. Falke declara haber sido el que ha tramado todas estas coincidencias para dar una lección a su amigo por la broma del murciélago de tiempo atrás. Alaba las buenas dotes actorales de Adela y le dice que si quiere ser actriz, él le pagará la carrera. Ciertamente, durante toda la obra, Falke no le ha quitado los ojos de encima a la criada de su amigo. Todos, contantos, cantan "al rey de los vinos": el champán.


ANÉCDOTAS

STRAUSS SIMPÁTICO

Strauss viajó a Estados Unidos en 1872 para dirigir una serie de conciertos conmemorativos por el Jubileo de la Paz. El compositor supo ganarse la simpatía del público, como lo demuestra una crónica en el World que decía así: "Johann Strauss, el rey del vals, personalmente sin duda es buena persona. Habla únicamente alemá, pero sonríe en todos los idiomas".

También "el otro Strauss", Richard Strauss, de quien escuchamos Don Juan, autor posterior nacido en Munich y que nada tiene que ver con Johann, dijo que "entre todos los individuos a quienes Dios concedió el don de dispensadores de alegría, a mi juicio, Johann Strauss es el más meritorio".

domingo, 21 de diciembre de 2014

Ratablo de Navidad de Joaquín Rodrigo

Joaquín Rodrigo ha quedado indisolublemente ligado a su Concierto de Aranjuez para guitarra y orquesta. El valenciano, ciego desde los tres años e integrante de la llamada Generación del 39, cultivó un estilo ecléctico difícil de ubicar, con reminiscencias del Renacimiento español en sus sonoridades y con preferencia de la música de cámara y para pequeña orquesta, aunque algunas de sus obras sinfónicas son de gran envergadura. Primera entrega de tres dedicadas a la música navideña.

Belén Napolitano. Detalle de la escena del Nacimiento.
Museo Nacional de Escultura (Valladolid).
FICHA TÉCNICA

Obra: Retablo de Navidad
Autor: Joaquín Rodrigo (Sagunto, Valencia, 1901 - Madrid, 1999), condecorado como Marqués de los Jardines de Aranjuez. Textos de Lope de Vega, Victoria Kamhi y anónimos.
Año de composición: 1952.
Duración: 23 minutos, aprox.
Discografía propuesta: Raquel Lojendio (soprano), David Rubiera (barítono), Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid dirigidos por José Ramón Encinar, 2002 (Naxos). 













DE LO COSMOPOLITA A LO COTIDIANO

Joaquín Rodrigo, conocido en los círculos populares españoles como el Maestro Rodrigo, se quedó practicamente ciego debido a la difteria. Con ocho años, viendo una representación de la ópera Rigoletto de Verdi decidió que quería dedicarse a la música. Su familia, con una economía desahogada, permitió que el niño iniciara estudios musicales en Sagunto y que se trasladara a Valencia con dieciséis años para continuarlos.

Tras ganar un premio de composición con veinticuatro años, obtiene una beca para estudiar en la Escuela Normal de Música de París. El nombre de la institución puede llevarnos a engaño, pero esta prestigiosa institución había acogido ya como alumnos a otros insignes españoles: Falla, Albéniz, Granados o Turina. Bajo la tutela  del compositor Paul Dukas, el joven Rodrigo inició una brillante carrera compositiva en la que, como reconocía su mentor, había reminiscencias españolas, pero menos acusadas que en sus predecesores y con un estilo nuevo.

Victoria Khami y Joaquín Rodrigo el día de su boda.
Durante sus años en París, acompañado de su fiel secretario Rafael, se insertó en la vida cultura de la ciudad. Allí, y casi por casualidad, conoció a la que poco después sería su esposa, Victoria Kamhi, una sefardita de buena familia y parientes dispersos por media Europa (ella había nacido en Constantinopla), pianista y en general aficionada a las artes. Tras un breve paréntesis para venir a España a casarse, en 1933, ambos regresaron a París, con estancias en Alemania y, durante la Guerra Civil Española, en Zurich. Finalizada la contienda, regresaron a España para asentarse definitivamente en Madrid. Ya en el verano de 1938, el compositor había sido invitado a Santander a los cursos de verano, donde compartió actividad con Gerardo Diego, Luis Rosales, Agustín de Foxá o Eugenio d'Ors.

LA GENERACIÓN DEL 39


Fotografía de
Joaquín Rodrigo.
Joaquín Rodrigo no es fácil de ubicar estilísticamente. Como muchos otros autores del siglo XX, su estilo es ecléctico en géneros y recursos y sólo es posible ubicarlo a través de un sistema de generaciones, como ocurre en otras tantas disciplinas artísticas. En concreto, se le ubica en la llamada Generación del 39, un escalón intermedio entre dos mundos bastante diferentes. Por un lado, el nacionalismo español, con los músicos que tradicionalmente han sido considerados los grandes representantes de la música española (sobre todo por su lenguaje, con reminiscencias folclóricas), tales como Isaac Albéniz, Enrique Granados, Manuel de Falla o Joaquín Turina. Por otro, los renovadores de la llamada Generación del 51, que exploraron nuevos mundos sonoros e introdujeron las vanguardias europeas en España. Entre estos últimos, quizás los dos más representativos sean sendos compositores vivos, hoy auténticas leyendas de la música del siglo XX: el leonés Cristóbal Halffter y el turolense Antón García Abril.

Entre medias, la Generación del 39, cuyo protagonismo, sin duda alguna, lo ha acaparado Rodrigo con una carrera imparable en la España de posguerra tras el estreno, en Barcelona, de su famoso Concierto de Aranjuez (1940). Efectivamente, obras suyas se estrenaban con éxito tras éxito, gracias también a la difusión dada desde la Orquesta Nacional y su director aquellos años, el mítico Ataúlfo Argenta, quien difundió la obra del compositor tanto en España como en Europa, principalmente en Francia.

Ciertamente, la llegada de generaciones subsiguientes de compositores motivó el olvido de gran parte de sus obras, felizmente recuperadas en la última década. Así, el sello discográfico Naxos se embarcó, con orquestas y directores españoles, a grabar toda la obra orquestal del compositor. El sello holandés Brilliant ha sido el primero en editar en disco la obra completa. En las salas de conciertos, dejando a salvo el imbatible Concierto de Aranjuez, la presencia del compositor es muy escasa.

EL RETABLO DE NAVIDAD


Uno de los varios monumentos dedicados
al compositor. Éste, en Rosario
(Argentina). Detrás, aparece su esposa.
Retablo de Navidad es una obra prácticamente desaparecida de las salas de concierto. Fue compuesta en 1952 para presentarla al Concurso Nacional de Composición y su autor se hizo con el galardón tal día como hoy, un 21 de diciembre (el Premio le fue entregado, ex aequo, junto a Jesús García Leoz). Fue además un año especialmente fructífero para Rodrigo, pues tuvo el honor, el 18 de mayo, de dar la conferencia inaugural de Juventudes Musicales, institución que ha gozado desde entonces y hasta hoy de una gran actividad de difusión musical (actualmente, y desde 1976, la Presidencia la ostenta la Reina Sofía).

Esta obra no es un oratorio, sino sólo un ciclo de ocho canciones compuestas en forma de villancicos y con reminiscencias del Renacimiento y de la música popular. Los textos son de Lope de Vega, de Victoria, esposa del compositor, y anónimos. Requiere dos solistas (soprano y barítono) y un coro y orquesta de pequeñas dimensiones (la orquesta, una orquesta sinfónica reducida, consigue traducir muy bien el efecto antiguo). Escucharemos cuatro.

Cantan por Belén pastores. Texto de Victoria Kamhi, perfectamente articulado y que encaja perfectamente en el estilo del Siglo de Oro de Lope de Vega. La noche oscura que se ilumina con la estrella que anuncia el nacimiento de Cristo está perfectamente descrita en la progresión sonora.


Cantan por Belén
pastores en el portal bajo el techo florido,
van entonando loores, flauta y laúd.
 ¡Ah! En noche tan fría
es cuando ha nacido el niño divino.
Zagala tan pura lo ha parido.
Zagala tan pura.
Cantan por Belén Pastores al zagalejo,
que acudieron al establo:
Lucas, Lázaro y el viejo Pablo.
Una estrella de oro fino ve desde los cielos
como hacen tierna música,
entre escarcha, entre hielos.
Ángeles cantan en coro al niño divino.
Cantan por Belén Patores en el portal bajo el
techo florido. Suenan dulzainas y arpas,
pues el niño ha nacido.
Duérmete tú, mi lucero, en vuelto en esplendor,
hijo tú del carpintero, Cordero y Pastor.

Coplillas de Belén. Texto de Victoria Kamhi. La pieza tiene un marcado estilo castizo.


Si la palmera supiera
que al Niño en cuna tan bella
caído se le ha una estrella,
su abanico le tendiera
para que el Niño meciera.

Del monte por la ladera,
qué alegre va al pastorcillo,
montado en su borriquillo.

Corre, que el Niño te espera
y es corta la Nochebiena.
En Belén la Virgen pura
le reza al Niño que espera.

Canta la Virgen María,
el Niño le sonreía.
Qué triste está la palmera.

Si la palmera supiera.

A la chiribirivuela. Anónimo. También de aire popular, las armonías renacentistas en el coro a capella le dota de un importante efecto.

A la chiribirivuela, Maricuela,
chiribirivuela, vuela vuela.
Vuela tú, pues vuela el sol,
cuando el mundo le persigue, sigue.
Sigue tú con pie sutil, sigue tú con pie sutil.
Sigue, sigue, sigue
chirichiribivuela, Maricuela,
chirichiribivuela, vuela vuela,
a la chirichiribivuela, chiribirivuela,
Maricuela, Maricuela,  chiribirivuela, vuela, vuela,
vuela, vuela, a la chirichiribirivuela,
Maricuela, chiribirivuela, chirivuela,
vuela, vuela.

Mira tú elo bello clavel
que el pincel del alba dora, ora, ora
ora, pues desnudo está, ora
pues dusnuesto está, ora, pues denuso está,
está, está, está, está.

Arrópale que se hiela, hiela, hiela, hiela,
hiela, hiela, hiela, hiela, hiela, hiela, hiela,
hiela hiela.

A la chirichiribirivuela, Maricuela,
chiribirivuela, vuela, vuela,
sigue, mira, ora, canta, gira, baila,
toca, con pandero y castañuelas,
con pandero y castañuelas.
Amén, amén, amén.

A la clavelina. Texto de Lope de Vega. Con una melodía animada y popular, el timbre de la orquesta le dota de un sonido ecléctico. Aun cuando el trabajo que hizo Victoria es de una calidad muy alta, el texto de Lope, con esa alusión final a la Trinidad, es Siglo de Oro con mayúsculas.


A la clavelina, a la perla fina,
a la Aurora santa que el sol se levanta,
cuanto vale Dios.

Reina de los cielos, divina Señora;
a fe que habéis dado al mundo limosna,
que andaba gitano fuera de la gloria
con esa moneda, pues que vale sola,
cuanto vale Dios.

Clavelina hermosa, perla de los cielos,
rocío divino, soberano verbo;
gusto que a las nubes a la tierra dieron
solo el vellocino más puro que el cilo,
cuanto vale Dios.

A las gitanillas das de limosna,
esa monedica de gracia y de gloria,
medalla divina de las tres personas
aunque en ella vive la segunda sola,
cuanto vale Dios.

ANÉCDOTAS

RETABLO DE NAVIDAD LLEVADO AL TEATRO

La escritora Georgina García Mauriño escribió una obra de teatro infantil al estilo de los Autos de Navidad del Renacimiento pero en lenguaje sencillo, intentando dar hilo conductor al ciclo de canciones que componen Retablo de Navidad. El propio compositor dijo de su obra que acaso sea lo más bello y puro que he escrito.

domingo, 14 de diciembre de 2014

Concierto para violoncello y orquesta de Antonin Dvorak

Antonin Dvorak, uno de los máximos exponentes del nacionalismo checo, lleva como sello de identidad un lenguaje cargado de nostalgia, la expresión de un pueblo, el de Bohemia, que se siente orgulloso de sus tradiciones y las eleva a la máxima expresión artística. Su Concierto para violoncello y orquesta en si menor es una de las joyas de su producción musical y una de las cimas para el cello solista.

Calendario y reloj astronómico del Ayuntamiento de Praga.
FICHA TÉCNICA

Obra: Concierto para violoncello y orquesta en si menor, op. 104.
Autor: Antonin Dvorak (Nelahozeves, Imperio Austrohúngaro, 1841 - Praga, ibid., 1904).
Año de composición: 1894-95.
Estreno: El 19 de marzo de 1896, con Leo Stern como solista y la Orquesta Filarmónica de Londres bajo la dirección del propio compositor.
Duración: 40 minutos, aprox.
Discografía recomendada: Jacqueline du Pré (violoncello), Orquesta Sinfónica de Chicago dirigida por Daniel Barenboim, 1970 (EMI).

UN MÚSICO SENCILLO EN LA GRAN NUEVA YORK

Al inicio de la última década del siglo XIX, Dvorak era un músico prestigioso, no sólo en su Bohemia natal sino en toda Europa. Nuestro compositor no fue un revolucionario, tampoco tuvo una vida novelesca. Era un hombre sencillo, que venía de familia sencilla y que se ganó la vida inicialmente como violinista y pianista hasta que su talento como compositor salió a la luz. Ser miembro de honor de la Sociedad Filarmónica de Londres o Doctor Honorario por la Universidad de Cambridge no le impidió ser hombre piadoso, atender a su familia y disfrutar de su afición a los trenes. Sus postulados nacionalistas se centraron más en lo artístico que en lo político. A su muerte aún quedaban unos años hasta que, en 1918, se desintegrase el Imperio Austrohúngaro.

Fachada del Conservatorio Nacional
de América, Nueva York, en 1905.
En 1892 abrió sus puertas el Conservatorio de Nueva York, una iniciativa llevada a cabo por Jeannette Thurber. Hay que decir que si por algo se ha caracterizado Nueva York en lo musical es que nunca ha escatimado fondos ni miras altas. Y en este caso fue así: la señora Thurber se puso en contacto con Dvorak para ofrecerle la dirección del centro. El compositor aceptó y se trasladó a Nueva York, donde fue recibido con honores. Su actividad fue en todo momento observada por la crítica americana, que veía a Dvorak como una suerte de gurú capaz de abrir camino a un estilo de música americano, sobre todo porque a su llegada declaró que los espirituales negros podían ser el punto de partida para una escuela americana de composición. Se dice que bajo la influencia de éstos, de la música popular estadounidense y de la de los nativos americanos compuso su obra más famosa, la Sinfonía nº 9 en re menor "del Nuevo Mundo" o el Quinteto para cuerdas en mi bemol mayor "Americano". El compositor dejó claro que la Sinfonía no utilizaba tales melodías, sino que incorporó a la música particularidades de estas fuentes con los recursos musicales modernos.

DVORAK Y EL VIOLONCELLO

El Concierto para violoncello y orquesta es la última obra que Dvorak compuso en América. El 30 de abril de 1895 abandonó Nueva York para instalarse en Praga. Las razones de su marcha se apoyan habitualmente en motivos económicos y familiares. Probablemente más lo segundo que lo primero, no es difícil imaginar que el compositor sentía cierta nostalgia de su tierra natal. Este argumento se ha apoyado en que el Concierto para cello no contiene influencias americanas, sino que íntegramente vuelve a beber de las fuentes del nacionalismo checo, en un clima de nostalgia particularmente profundo y sereno.

Estatua de Dvorak en Stuyvesant Square
Park, Manhattan.
Dvorak había tenido una mala experiencia con el cello. Él era violinista y pianista, los dos otros instrumentos para los que compuso sendos conciertos (anteriores en más de una década al que nos ocupa), pero antes de éstos, se había atrevido, en 1865, a componer un concierto para cello. Contaba con veinticinco años y no dió resultado. Compuso íntegramente la parte solista, pero no orquestó el acompañamiento, que se quedó en una parte para piano. Quedó desilusionado con lo realizado hasta ese momento y, a diferencia de la Sinfonía nº 2, retocada años después, nunca volvió sobre él. En 1920, Günther Raphael realizó un estudio del mismo, pero no se limitó a orquestar el acompañamiento, sino que modificó líneas melódicas y armonías para adecuarlo al estilo del Dvorak maduro. Su labor fue objeto de crítica a pesar de que él dejo claro que había dado "nueva forma" al Concierto. El tener que imitar al Dvorak maduro para salvar al Dvorak juvenil hace que la obra sea poco atractiva en el original, mientras que el arreglo es eso, un arreglo, lo que ha motivado que esta obra no se interprete en las salas de conciertos y sea desconocida. La mala experiencia le marcó, llegando a decir que no le gustaba "la calidad nasal de las notas agudas y el farfullamiento  del bajo". Términos bastante peyorativos hacia el instrumento.

Hasta 1884 no vuelve a interesarse por el cello. Será a través de dos obras breves, hoy escasamente interpretadas: el Rondó en sol menor y Silent woods, nombre con el que se conoce a la adaptación para cello y orquesta de uno de sus seis dúos, titulado Bosques de Bohemia. Y once años después, vendrá el Concierto que nos ocupa.

COMPONIENDO EL CONCIERTO

Dvorak empezó a componer la obra en el otoño de 1894. Parece ser que el haber asistido en Brookling al estreno de un Concierto para cello compuesto por Victor Herbert, unido a la persusión de su amigo Hanus Wihan, cellista, le hizo asumir el reto.

El cellista Hanus Wihan.
En febrero de 1895 el Concierto estuvo compuesto y orquestado, pero Wihan hizo algunas sugerencias respecto a la parte solista. El cello es un instrumento con un registro muy amplio, que ofrece posibilidades tímbricas muy particulares en el registro agudo, pero sin olvidar que su tesitura típica en la orquesta es grave. De ahí que no sea fácil el equilibrio de fuerzas entre orquesta y solista, como puede serlo en un instrumento agudo como el violín. Siempre es más fácil hacer destacar al solista por tesitura superior, y en el caso del cello no es posible: aunque se coloque al solista en una tesitura más aguda que la de los cellos en la orquesta, es fácil tener a los violines y violas de la orquesta, así como instrumentos de madera y metal, en una tesitura más aguda. El contraste, por tanto, hay que buscarlo en la sonoridad y en las texturas orquestales que sirvan de marco al cello.

Casa-Museo de Dvorak en Praga.
Además, el solista quiso incluir una cadencia (pasaje que interpreta el solista sin acompañamiento de la orquesta dispuesto específicamente para su lucimiento, con tintes virtuosísticos) al final del tercer movimiento. Dvorak se negó a insertar una cadencia.

Finalmente, Wihan no se ocupó de la parte solista en el estreno. Esta circunstancia no se debió a diferencias entre cellista y compositor, sino a una serie de malentendidos entre el compositor y la Sociedad Filarmónica de Londres, que auspiciaba el estreno de la obra. Fue Leo Stern el que asumió la tarea con un éxito absoluto. Wihan lo interpretaría poco después.

ESCUCHANDO EL CONCIERTO

Como todo concierto, se estructura en tres movimientos (rápido-lento-rápido).  La plantilla orquestal es la propia de una orquesta sinfónica romántica, con la particularidad de que requiere tres trompas y no cuatro, como sería lo normal.
Jacqueline du Pré y Barenboim.

La versión escogida es una de las referencias absolutas indiscutibles: la cellista inglesa Jacqueline du Pré con la Orquesta Sinfónica de Chicago dirigida por su marido, el argentino-israelí Daniel Barenboim. Casados a los veintiún y veinticuatro años respectivamente, ella hubo de retirarse de los escenarios con veintiocho debido a una escleroris que acabó con su vida catorce años más tarde. Afortunadamente nos legó una discografía maravillosa y amplia en un periodo muy corto de tiempo (aunque uno siempre se queda con ganas de más, y lo dice quien hace un par de años compró sus obras completas y quedó maravillado). Recibió el título de Dama del Imperio Británico.

El sonido de ella es altamente expresivo, en una gama que va de lo dulce a lo doliente, de sonido muy nítido e hiperromántico, impactante en el ataque. Barenboim ha destacado por sus interpretaciones de Beethoven, Wagner y Bruckner, y su Dvorak suena más germano que checo, con un sonido robusto sin excesos folclóricos, pero atento en todo momento a la solista. Sin lugar a dudas, un tándem irrepetible. Vamos con el primer movimiento. No lo olvidemos: ambos genios tenían menos de treinta años cuando legaron a la posteridad este registro.


Las maderas graves exponen el motivo, en modo menor, que da origen al tema principal, contestado por las flautas (0:14). El timbre y la armonía melancólica nos recuerda a la Sinfonía del Nuevo Mundo compuesta poco antes. El motivo pasa a los violines y rápidamente, con el mismo dramatismo que en el Nuevo Mundo, pasa a toda a la orquesta, donde se nos muestra completo (0:48). Las maderas llevan la voz cantante en la transición hacia el segundo tema, que expone la trompa, en modo mayor (2:05). En el 2:53, los violines realizan la transición a un breve motivo bellísimo y netamente folclórico. Las trompetas, en toque de fanfarria típico, aunque sin excesos, lo preceden, solemne (3:02). Se va difuminando la alegria bohemia, y entre el cello con el tema inicial (3:30). Dvorak le deja hacer con libertad, gracias a un acompañamiento comedido en las maderas, que contrastan facilmente con el instrumento solista. A partir de aquí, el cello es el protagonista y va desarrollando el tema inicialmente, con aliento dramático. Nótese cómo hasta el 5:08 el cello está practicamente solo y du Pré no hace decaer la tensión en ningún momento.

En el 5:45 el cello expone el segundo tema, que al inicio habíamos escuchado en la trompa. A partir del 6:50 se inicia una sección virtuosística sobre este segundo tema, que a lo largo del primer movimiento será el que dé más juego al cello. 

En el 7:20, expuesto todo el material musical, pasamos a una sección de desarrollo, donde siempre con el protagonismo del cello, iremos escuchando aquí y allá motivos aislados de los dos temas. En el 8:15 toda la orquesta inicia una variación del primer tema, que poco a poco se va apagando. En el 9:28 el cello vuelve al motivo inicial, que le permite dar paso a una sección casi a modo de cadencia (10:35), en estilo similar a lo que Tchaikovsky había hecho en su Concierto para violín.

En el 11:38 pasamos a modo mayor. Vuelve a toda orquesta el segundo tema, que desarrolla de nuevo el cello, ahora más alegre. En el 13:05 el cello, con gran tensión, sirve de enlace al primer tema, ahora en modo mayor (14:00). Desde aquí, se va acumulando la tensión hacía un final espectacular en el que el solista no lo tiene nada fácil.

También os propongo escuchar el tercer movimiento, bastante más folclorista.



El movimiento se inicia a ritmo de marcha con un material muy similar al empleado en el primer tema del primer movimiento. La tensión creada en los violines antes de dejar paso al cello recuerda también al Nuevo Mundo. Expuesto el tema en el cello, reexpone toda la orquesta y el cello va iniciando sucesivas variaciones, en una forma de rondó (A-B-A-C...) con ciertas libertades, pues la reexposición del tema inicial no es siempre completa y con ciertos subtemas (como el bellísimo expuesto por el cello a partir del 3:00). El tema C que se inicia en el 6:35 es muy equilibrado y galante y posee sustantividad propia en su paso del solista a la orquesta y desemboca rotundo en el 9:30 para dejar paso al cello haciendo una pequeña variación que du Pré afronta con apasionamiento extremo. Las texturas que nos ofrece el pasaje son a cada cual más sutiles.

El concierto se acaba... Suena por última vez, como una despedida, el tema inicial de la obra en los clarinetes (11:12). Como un eco nos llega una suerte de respuesta en los violines (11:31). El cello da paso a la coda, de forma dramática, como con un lamento, en forma de trino (11:52). El final es casi fílmico e impactante.

Cuando Brahms leyó todo el concierto, ya en su último año de vida, se dice que exclamó: "¿Por qué diablos no seabía que se pudiese escribir un concierto para violonchelo como éste? Si lo hubiese sabido, habría escrito uno no hace mucho". Brahms había escrito un concierto para violín y cello, pero en opinión del que escribe, más intelectualizado que emocionado, mientras que el de Dvorak, sin perder de vista la forma, rezuma emoción en cada pasaje.

ANÉCDOTAS

UN AMOR DE JUVENTUD
Josefina Cermákova, cuñada
de Dvorak y amor de juventud.

El tema C del tercer movimiento del Concierto corresponde a una canción compuesta por Dvorak titulada Lass' mich allein (op. 82) y que era la favorita de su cuñada, Josefina Cermáková. El compositor, en su juventud, estuvo enamorado de ella, pero fue rechazado y Josefina se casó con un aristócrata. Él se casaría con la hermana menor de ésta, Anna. Mientras se hallaba componiendo el concierto en Estados Unidos, supo de la grave enfermedad por la que pasaba Josefina. Cuando regresó a Praga, supo de su muerte, por lo que agregó el tema de su canción favorita al final del Concierto para rendirle tributo.

EL CELLO DE JACQUELINE DU PRÉ

Yo-Yo-Ma con el 
Stradivarius Davidov.
A la muerte de Jacqueline du Pré en 1987, la Fundación Vuitton adquirió su cello, un Stradivarius de 1712 conocido como Davidov, por más de un millón de libras, quien lo cedió al cellista Yo-Yo-Ma. Diez años después, Daniel Barenboim se arrancó a llevar de nuevo la batuta en el Concierto para cello de Dvorak con la misma orquesta, la Sinfónica de Chicago, y con este cellista, quien tiene cedido hasta nuestros días el instrumento que fue propiedad de su esposa. Existe grabación de este concierto. Personalmente, un punto por debajo que la de du Pré. Yo-Yo-Ma siempre se ha referido a este instrumento con un respeto añadido al que se puede tener a un Stradivarius, siendo consciente por manos de quién pasó antes de llegar a su posesión.

JAMES BOND

La película de James Bond Alta tensión (fruto de esas incomprensibles traducciones, pues el original se titula The living daylights, 1987), decimoquinta entrega de la saga, que en este caso protagoniza Timothy Dalton, se desarolla en el marco de la deserción de un coronel de la Unión Soviética. En este caso, la chica Bond es una cellista de Bratislava (Maryam d'Abo) que, en una de las escenas, se halla estudiando la sección central del primer movimiento del Concierto en una habitación de hotel cuando entra el protagonista. Otras cuatro obras musicales se escuchan en la película, una de ellas también es una famosa composición para cello y orquesta. Tampoco falta un cello Stradivarius en el argumento. No he podido localizar esa escena concreta en youtube, sí unas escenas que ocurren en Viena y en las que asisten a una representación de la ópera Las Bodas de Fígaro de Mozart: